Opinión

Fotos que te hacen llorar

Estamos viviendo una época que nos llena el ordenador de noticias y, sobre todo, de fotografías para comentar. Ya sean del viaje papal a África o del terrible terremoto de Turquía.

La visita del papa ha dejado un cúmulo de mensajes de todo tipo. En una visita de Francisco con el coche en medio de la multitud, una niña negra pequeña, seguramente con menos de 10 años, extendió la mano entre las rejas que guardaban la calle y le entregó al papa una moneda que ni a un céntimo llegaba. Los pobres suelen ser más generosos que los millonarios. Y sigue siendo cierto el refrán gallego que dice que “quen da o que ten a quen o entende, non o da, que ben o vende”. Sin duda Dios lo entenderá y sabrá premiar con creces a esta pobre y anónima niña africana, de la que hablamos aquí hace días.

A esto se añaden la gran cantidad de fotos y vídeos del terremoto que nos hacen pensar. Un padre agarrando la mano de su hija muerta y esperando ¡Dios sabe cuánto! a que retiren los escombros para enterrarla. La cara del padre lo indica todo. En otro aparecen dos hermanos muy niños bajo los escombros y que únicamente se les puede ver las dos caritas asustadas y doloridas. “¡Sacadnos de aquí!”, decían los pobres. Las dos caras infantiles son un verdadero poema para meditar. Y en un tercero se oyen inmensos gritos debajo de los escombros sin poder ser rescatados de momento. Y la voz de un padre en medio de la zozobra: “¡Tranquilo hijo, soy tu padre y estoy aquí!”.

Queremos ser optimistas pero nunca deja de pasar por nuestras mentes en este siglo XXI llamado de progreso que con todos los adelantos técnicos y tecnológicos somos incapaces de hacer frente efectivo a tantas catástrofes como nos acechan por doquier. A uno se le ocurre también la idea de si toda esta serie de desgracias acason son una llamada para que todos veamos que por nuestros únicos medios somos incapaces de parar tantas avalanchas de todo tipo. 

Alguno acaso piense que digo todo esto desde mi fe. Y también he de reconocer que así es. Ya los Santos Padres nos lo recordaban continuamente y, sobre todo, Agustín de Hipona nos señalaba la necesidad de una mirada más trascendente. Ya lo decía Pablo de Tarso escribiendo a los Corintios. Si miramos el mundo de tejas abajo somos los más desgraciados de los mortales. Es una llamada de atención a elevar nuestra mirada hacia el Creador, que ha dejado en nuestras manos un juguete que muchas veces destruimos.

Y en ello, el cuidado de ese “juguete” es imprescindible. Baste ver los reiterados reportajes que nos muestran el fondo marino en el que se almacenan interminables deshechos que los humanos vamos tirando al mar, ¡qué horror! Pues todo influye para que el cuidado del mundo sea cada día mejor.

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