Opinión

Hablar y callar

Estamos llegando al fin de la Cuaresma. Hoy celebramos, para mí incomprensiblemente, la fiesta de San Lázaro, que congrega a muchos devotos. En el día en el que tradicionalmente se lee el evangelio de la resurrección de Lázaro, el hermano de Marta y María y amigo de Jesús, recuerda, la fiesta de hoy, a otro Lázaro: el de la parábola del rico Epulón y el mendigo Lázaro… Y entramos en unos días en los que la misma pandemia que vivimos nos recuerda el silencio, el recogimiento y en suma la fe para que los creyentes sean capaces de asumir el dolor con Cristo dolorido y el quebranto con Jesús quebrantado. El silencio que antaño impregnaba a una sociedad creyente, a la llamada cristiandad. Este año ni procesiones habrá lo cual invita aún más al silencio.

He repetido varias veces aquí aquello de “callar cuando acusan es heroismo; callar cuando insultan es amor; callar las propias penas es sacrificio; callar de sí mismo es humildad; callar miserias humanas es caridad; callar a tiempo es prudencia; callar en el dolor es penitencia; callar palabras inútiles es virtud; callar cuando hieren es santidad; callar para defender es nobleza; callar defectos ajenos es benevolencia, y callar debiendo hablar es cobardía”.

Alguien escribió también aquel sabio consejo: “Aprende primeramente a callar para poder hablar con acierto y tino, porque si hablar es plata, callar es oro”. Siguiendo con el párrafo anterior, aún hay más ideas y actitudes para imitar en esta vida: “Callar las buenas obras del prójimo es envidia; callar para no herir la susceptibilidad es delicadeza; callar los defectos propios es prudencia; callar para escuchar es educación; callar a tiempo es discernimiento; callar junto al que sufre es solidaridad; callar ante el fuerte es sometimiento; callar ante el débil es magnanimidad; callar ante una injusticia es complicidad; callar cuando te humillan es andar en la verdad; callar en los momentos de dolor es virtud; callar ante la injuria es fortaleza; callar para mejor amar es santidad”.

“Dios quiere, el hombre sueña y la obra nace”, decía Pessoa. Y Mia Couto afirmaba: “A maior desgraça de uma nação pobre é que em vez de produzir riqueza, produz ricos”.

Desconozco quien me ha enviado esta cita que resumo y copio por su interés: “Hablar oportunamente es acierto; hablar frente al enemigo es civismo; hablar ante una injusticia es valentía; hablar para rectificar es un deber; hablar para defender es compasión; hablar ante un dolor es consolar; hablar para ayudar a otros es caridad; hablar con sinceridad es rectitud; hablar de sí mismo es vanidad; hablar restituyendo fama es honradez; hablar aclarando chismes es obligación; hablar disipando falsedades es de conciencia; hablar debiendo callar es necedad; hablar por hablar es tontería; hablar de Dios significa amor”.

Tal vez para esta semana que comienza, llamada antiguamente “de Pasión”, vengan bien estas reflexiones.

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