Opinión

La reacción a la sentencia

Aún cuando ya hablamos del tema, al menos someramente, dado como están las cosas es necesario volver a la sentencia del Supremo sobre el célebre “Procés” catalán. El aeropuerto del Prat y las calles barcelonesas se llenaron de gente y sobre todo de juventud que incluso paralizó carreteras. La respuesta a la resolución del Supremo, en Cataluña, ha sido numerosa en contra. Pero en esa respuesta habría que analizar las razones.

Todos hemos observado como, desde la Generalitat y sobre todo por boca de su presidente, durante los días previos al fallo han estado animando reiteradamente a una respuesta en la calle, llegando a decir que únicamente se aceptaría la absolución de los procesados. Y la incomprensible postura del señor Puigdemont y la protección belga son muy tristes. Posiblemente le ha faltado cintura al Gobierno para atajar entonces provocaciones como ha sido la serie de lazos amarillos. Se ha dejado llegar muy adelante y ahora vemos las consecuencias. Quisiéramos ser generosos y afirmar que el Estado español, con sus instituciones al frente, han sido muy tolerantes en un afán, lo tengo claro, de llevar las cosas por la vía del diálogo y la paz. Tanto Rajoy como Sánchez.

Nunca podrán decir desde la Generalitat que “España les roba” ni que hayan sido intransigentes. Nunca. Lo que ocurre es que vivimos en un estado de derecho y las leyes tenemos que cumplirlas todos y cada uno de los españoles, y los catalanes lo son también. Incomprensible: atacan a una periodista y algunos mossos, según parece, incitando también contra los periodistas. Y Guardiola atacando…

Es clara la provocación contra el Estado y la empecinada postura de independencia. Eso buscan: independencia o nada. Y así es imposible el diálogo. Nunca es “venganza y represión”, como dijo el expresidente desde Bruselas, la resolución jurídica que se basa en hechos probados. Simplemente es acatar la ley. Y el sr. Torra parece muy ayuno en los elementales conceptos del Derecho cuando usa términos inaceptables como si el Estado español fuese un enemigo a batir. Ni es agresión ni ataque y esto debieran saberlo los partidos politicos catalanes. El mismo señor Torra está llamado a acatar la sentencia. Esto es innegable. ¿Puede el Estado de Derecho permitir la actitud del señor Torra sabiendo que por mucho que haya repetido que fuese pacífica era previsible el tumulto? Todos hemos visto en los medios como muchos tiraban a la policía objetos. Y después vendrán algunos a criticar a las Fuerzas de Seguridad del Estado porque dirán que fueron “desproporcionados”. E incluso en el mismo Parlament se ha solicitado la expulsión de Cataluña de toda la Guardia Civil. Increíbles contradicciones.

Nunca el Estado español puede permitir, en contra de la Constitución, también votada por Cataluña en su día, que por su cuenta una parte se desgaje de la unidad nacional que debe ser inquebrantable. Habría de recordarse que nunca en la historia ha tenido el pueblo catalán más condescendencias del resto del país. Por todo ello es la hora de la unión inquebrantable de los partidos españoles, olvidando réditos electorales o protagonismos. Acaso sería el momento de un gobierno de concentración nacional, pero para ello serían necesarios hombres y mujeres de Estado, politicos de altura, de talla suficiente para prescindir de siglas y mirar al futuro. Bastantes esfuerzos está haciendo el monarca acercándose reiteradamente a Cataluña y en pago le retiran lo de Príncipe de Viana y queman su fotografía junto a la de Sánchez y las de los jueces del Supremo. 

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