Opinión

Las cinco notas

En mis últimos cursos de Bachillerato en mi inolvidable Colegio Salesiano de Ourense me coincidió de director un salesiano natural de Bustavalle y que era muy original: don Manuel Rodríguez Dieguez. Murió con 104 años en León hace un tiempo. Pues bien, además de director del colegio era nuestro profesor de Religión y nunca lo olvidaré. Tuve el honor de asistir al cumplimiento de sus cien años y su cabeza estaba perfecta aunque la audición, regular. Recuerdo que le tocó explicar las notas de la Iglesia que tradicionalmente son cuatro: santa (porque santo es el fundador y los sacramentos), católica (porque es universal), apostólica (basada en los apóstoles) y una (cuya cabeza en la tierra es el papa). Pues bien, D. Manuel nos mandó anotar en el libro una más: “perseguida”, porque así lo ha sido desde siempre. Cristo el primero. Y aducía argumentos contundentes: Cristo fue perseguido, el Coliseo romano fue testigo de miles de muertos y a lo largo de estos veinte siglos han sido millones los que han dado su sangre por Jesús de Nazaret.

Ya comenté aquí alguna vez que en una conferencia en una inauguración de la Semana Misional de Burgos, el entonces rector mayor de la familia salesiana, don Egidio Viganó, disertó magistralmente sobre el tema. Y llegó a afirmar que mártir es únicamente es el que derrama su sangre por la causa cristiana. Porque en el devenir de los tiempos y en medio de tanta confusión salen algunos llamando mártir a cualquier político o incluso terrorista que muere por enfrentamiento de ideas. Será un líder, un ejemplo, si se quiere, pero nunca un mártir en el sentido pleno. Así lo afirmó en aquella conferencia burgalesa a finales de los años ochenta don Egidio.

Pues bien, como ya ha demostrado la Iglesia reiteradamente, en el siglo XX, y ahora en el XXI, está habiendo verdaderos mártires sobre todo en misiones de donde a diario llegan noticias que algunos deben considerar “políticamente incorrectas” y son postergadas de los medios de masas. Muy lamentables esos “olvidos”. Ríos de sangre cristiana, sobre todo en paises de misión que pagan así los grandes sacrificios que vienen desarrollando los misioneros que a veces tienen que escapar del martirio programado por sectarios religiosos de otros credos.

Está siendo muy claro que la persecución a la Iglesia de muy diversas maneras, en muchos países, es cruel cuando vimos a misioneros y misioneras que se gastan y desgastan el último aliento por difundir aquello que les dicta su fe. Y eso parece que ahora o se oculta o es noticia de un rincón de la última página cuando lo es, porque a veces ni eso.

De aquí que es justo deber el enviar a esas tierras de misión toda la ayuda necesaria sobre todo ahora en medio de esta pandemia que estamos viviendo. Comprobamos como, incluso con disculpas, algunos politicos con emulumentos escandalosos se niegan a colaborar aportando dinero a Cáritas, Cruz Roja y otras instituciones dedicadas en cuerpo y alma a este grave problema.

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