Opinión

…Y lo mejor de esta pandemia

Da la impresión de que para algunos hay hechos que publicarlos es “políticamente incorrecto”. Hemos resaltado ya aquí el inmenso esfuerzo de las Fuerzas de Seguridad y de todo el personal sanitario y los que le ayudan en su inestimable servicio, desde limpiadoras hasta asistentes, porteros, funerarias… Se han dejado la vida en el trabajo y es así como ya son miles los sanitarios fallecidos por dar su esfuerzo por la vida.

Pero también hay que resaltar la labor de las ONG sin excepción. Los miles de comidas que dan Cruz Roja, Cáritas y organizaciones religiosas así como los locales que la Iglesia ha facilitado y la secreta labor de las parroquias que pese a carecer de colectas se han volcado y se vuelcan. Incluso diócesis enteras y sacerdotes con un sueldo mínimo y sin colectas han donado parte de sus sueldos. Y eso se oculta. Me sigo preguntando ¿cuándo las “señorías” de la Carrera de San Jerónimo y los cargos públicos en general se van a decidir a entregar algo de sus elevados emolumentos para socorrer a cuantos lo están pasando muy mal? Las congregaciones religiosas, igual que las diócesis, Cruz Roja y Cáritas, se están volcando y repartiendo cientos de comidas diarias. ¿Por qué los medios de comunicación se olvidan de ello? En especial, los miembros de la Congregación de la Misión (Paúles e Hijas de la Caridad) están a tope repartiendo alimentos. 

Sería bueno recordar que tenemos que estar debidamente preparados porque estas pandemias se suceden a lo largo de la historia y de manera curiosa. Fíjense en estos datos: en el año 1320, la peste bubónica; en 1420, la peste negra; en 1520, el imperio azteca muere de viruela; en 1620, los célebres pasajeros del Mayflower; en 1720, la plaga de Marsella; en 1820, el cólera; en 1920, la llamada gripe española, y ahora en el 2020, el coronavirus. Estos datos son reales y dan que pensar reflexionando lo débiles que somos los humanos.

Si después de tanta cuarentena e interminables muertes caemos en la cuenta de que la limitación humana es inmensa bien sería que todos reflexionásemos sobre nuestra caducidad en una sociedad de consumo que lleva décadas al margen de lo fundamental que son los valores y el equilibrio humano. De nada sirven tantas inútiles disputas y las interminables pérdidas de tiempo en nuestros parlamentos entre partidos politicos que parecen ir cada uno a lo suyo.

Es llegada la hora, digo yo, en la que tomemos en cuenta que la lucha por la vida, por la salud, la educación y el bienestar está muy por encima de muchos de los programas electorales que pululan en nuestros países. Basta ya de discusiones de patio de colegio y de tantos sueldos de miedo que tienen algunos y llega el momento de caer en la cuenta de que todos somos iguales y a todos debiéramos proporcionarles esa igualdad que muchas veces clama al cielo el ver unas diferencias atroces. En vez de tantas discusiones e inútiles idas y venidas es el momento de la reestructuración total y absoluta del sistema económico. Tal vez una utopía pero es lo necesario al contemplar las diferencias abismales que se dan entre unos países y otros. Las clases sociales tan distantes unas de las otras crean ese malestar y esos desajustes que ahora, con la pandemia, vemos como están saliendo a la luz.

Lo que voy a decir alguno creerá que es una barbaridad pero lo creo. Así como el agua, el pan, la leche y otros productos de primera necesidad tienen un tope en los precios, sería justo introducir dentro de esos productos al petróleo, que es el que en realidad mueve el mundo actual.

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