Opinión

¿Qué está pasando?

Uno no deja de restregarse los ojos cada mañana ante tantas noticias que nos acosan, sorprenden e impactan. Hasta tal punto que no dejo de preguntarme qué es lo que ocurre en el mundo actual que vive en una terrible crispación, una agitación sin límites y despropósitos por todas partes. Crímenes, suicidios, enfrentamientos, persecuciones incontroladas, corrupción en todas partes...

Bien creo que esta serie de cosas son fruto de un caldo de cultivo en el que vivimos, de una deshumanización brutal y un materialismo abrasador. Si es para este mundo de tejas abajo donde tenemos puesta nuestra ilusión y esperanza, ya se ve que somos los más desventurados de la creación. Si todo acaba con unas paladas de tierra encima, de poco vale el diálogo y la comprensión, la paz y la felicidad. Esta es, a mi modo de ver, la causa última de tantos desmanes.

Vivimos para el tener, para engrosar nuestro patrimonio y con ello engrandecer nuestro ego, y así nos va la cosa. Los acontecimientos siempre tienen una causa, un motivo que los provoca. Por eso si ponemos unas bases guiadas por la mirada sólo a lo terreno, son lógicas las luchas y las rivalidades.

Cuando la Ilustración y la Revolución Francesa, se propagó el lema con aquellas tres palabras célebres: "Igualdad, libertad y fraternidad". Pero ocurre que poco a poco nos hemos ido fijando en las dos primeras soslayando la tercera, que es básica. Precisamente la "fraternité" es la que conduce, o debiera conducir, a las otras dos si quiere tener contenido verdaderamente humano. Supone que todos somos hermanos y, por lo tanto, hijos de un mismo padre. Se olvida lo profundo de esta tercera palabra que creaba la Francia laica y nunca laicista.

Porque el laicismo ataca frontalmente a la fraternidad al eliminar a los que piensan distinto. Una sociedad fraternal es la única que puede vivir en la paz. Pero esta sociedad tan contradictoria olvida y trata a los demás como "contrarios", "enemigos" muchas veces, y las consecuencias las estamos palpando.

Sin duda alguna este mundo se está dividiendo en bloques, armándose unos contra los otros y atacando de cualquier modo a quienes, en el ejercicio de la libertad, piensan correctamente distinto. Se habla de la Alianza de Civilizaciones cuando una de las partes se dedica, olvidando el lema francés, a destruir material y sádicamente a los que son de otra ideología. Y así el túnel es largo, la luz muy lejana y las penurias nos acompañan creando inquietud, estrés y zozobra que lleva a algunos, desgraciadamente, a lo peor de una manera totalmente errónea.

Mientras ignoremos el verdadero fondo del problema seguiremos cada mañana despertándonos de sobresalto en sobresalto. De nada valen tantas reuniones a los más altos niveles, ni los discursos y papeles muy solemnes si olvidamos lo básico, que es luchar contra la cultura del tener, y yendo a lo esencial, que es el ser humano.

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