Opinión

La paz fruto de la escala de valores

En el solemne acto de la entrega de los últimos premios Príncipe de Asturias, el pasado 24 de octubre, como siempre los galardonados pronuncian discursos de gran altura. Joseph Pérez, Premio de Ciencias Sociales, dijo cosas muy interesantes con una línea de fondo: "La verdadera paz exige que orden y sosiego anden juntos". Buen consejo que viene muy bien al comienzo de un nuevo año. Recordó también que "es una obligación recordar lo que la civilización universal debe a España". Citó a Fray Luis de León y su libro "Los nombres de Cristo", reflexionando sobre la manera de establecer la paz entre los hombres y las naciones. La paz consta, para el galardonado, de dos elementos: orden y sosiego. Porque cada cosa debe estar en su sitio. La paz exige sosiego, es decir concordia, consentimiento, aceptación manifiesta o tácita. El orden sólo sin el reposo no hace paz ni, al revés, el reposo y sosiego, si le falta el orden: "La paz, para ser verdaderamente tal, supone la justicia sin la cual sería una especie de guerra que aún no se ha declarado abiertamente. Orden y sosiego están, pues, en relación dialéctica: el orden sin sosiego degenera en paz armada, tiranía, despotismo; el sosiego sin orden crea situaciones inmorales y censurables. La paz verdadera exige que orden y sosiego anden juntos". 

Más adelante dijo: "Puede luego haber paz en el hombre por tres diferentes maneras: una, si estuviere bien concertado con Dios; otra, si él, dentro de sí mismo, viviere en concierto, y la tercera, si no se atravesare ni encontrare con otros". La primera manera de paz implica la sumisión del hombre a Dios y a sus mandamientos; la segunda, la sumisión a la razón y el dominio de sí mismo; la tercera, la justicia: "Dar su derecho a todos y cada uno, y recibir cada uno de todos aquello que se le debe sin pleito ni contienda". Recordó que éstas tres maneras de paz van estrechamente unidas entre sí. Parece, por ello, fray Luis anticiparse a Kant en el proyecto de paz perpetua: la paz descansa en el derecho, o sea, en la aceptación, por parte del individuo y de las naciones, de un orden jurídico libremente aceptado: "El humanismo de fray Luis de León viene así a coincidir con las Luces del siglo XVIII. Esta es la contribución de España a la civilización europea". “No queremos pasar por alto el hecho -dijo en otro momento- de que Santa Teresa era española y con razón España la considera como una de sus grandes glorias. En su personalidad se reflejan los rasgos de su patria: la reciedumbre de su espíritu, la profundidad de sentimientos, la sinceridad del alma y el amor a la Iglesia”. 

Tengo la impresión de que entonces, en octubre, cuando fue la entrega de los Príncipes de Asturias, como después, se ha dado poca relevancia a las palabras del premiado. Acaso porque sus palabras, en el mundo en el que vivimos, parecen ir contracorriente. Pero tendríamos que ser objetivos y saber escuchar lo que en realidad nos conviene. Dijo cosas que debemos oír, mientras algunos esperaban palabras y conceptos que ratificasen su ideología, es decir, lo que les gustaría oír. Esto me sugiere la idea de la necesidad que este mudo tiene de cambiar de rumbo y escuchar cosas aunque éstas sean "políticamente incorrectas". Les invitaría a más de uno a leer todo el discurso del premio de las Ciencias Sociales porque creo que revela certeramente que conoce la realidad y, por otra parte, descubre los remedios necesarios para un vuelco de un mundo que parece por veces desnortado.

Nunca como en la actualidad hubo tantas reuniones, tantos encuentros al más alto nivel, para buscar la paz, el diálogo y el entendimiento común con unos resultados que están a la vista de todos. A lo mejor lo necesario es cambiar de gafas.

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