Opinión

Portugal con Iker Casillas

El susto que dio a todo el mundo el infarto de Iker Casillas ha convulsionado al pueblo portugués, sean deportistas o pasen del deporte. El pueblo luso se dice que es el de las 3 “F” (fados, fútbol y Fátima) y en realidad ante estos tres temas vibran normalmente. Pero es de tener en cuenta, para ver la magnitud de las adhesiones al portero del Porto, que también es cierto que a nivel de fútbol los tres equipos con más seguidores son el Porto, Benfica y Sporting de Lisboa. Estos dos últimos de la capital, es decir “alfacinhas”, y el equipo que dirige en el norte el controvertido Pinto da Costa es fundamentalmente de los llamados “tripeiros”, que así se denominan a los que moran en la desembocadura del Duero. Los “amores” del pueblo se reparten en toda la geografía fundamentalmente entre estos tres clubes. Y los seguidores de uno de ellos son los “contrarios” acérrimos de los otros dos. Por eso que los aficionados del centro y sur del país hayan vibrado ante las noticias que salían del estadio del Dragâo tienen más mérito.

Dicho lo anterior, hay que resaltar que el antiguo jugador del Madrid y de la selección española se ha ganado a pulso el cariño de unos y otros. Tanto él como su esposa, Sara Carbonero, gozan de gran popularidad y se ha visto ahora. Casillas, un español afincado en Portugal, es ya todo un mito y sobre todo hay que resaltar su esfuerzo constante, hasta el punto de constatar que hoy en día era el portero menos goleado de Europa y estaba en uno de sus mejores momentos después de algún paréntesis que lo tuvo en el banquillo. Supo luchar sin tregua, sin desfallecer y sin dar por terminada su carrera. Es una persona luchadora por naturaleza y su salida del club blanco ha sido una mala jugada. Por cierto que le han enviado su apoyo una interminable lista de equipos, jugadores y entrenadores, entre ellos (¡menos mal!) el setubalense José Mourinho…

A medida que ha ido pasando el tiempo hemos ido comprobando que la recuperación ha sido muy positiva sobre todo teniendo en cuenta los pronósticos de un primer momento. Y ha servido para aunar a los dos países que nunca debieron estar de espaldas. Hace días en una comida de la Cámara Luso Española de empresarios, a la que siempre es invitado un personaje de primera línea ya sea español o portugués, habló el ministro de Defensa Nacional, y en medio de su conferencia soltó que ya pasaron los tiempos del viejo refrán “de Espanha nem bom vento, nem bom casamento”.

Y en ello está insistiendo en la práctica el presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa. Quedamos impresionados en una cena en mi casa en la que nos demostró un gran cariño hacia España y la grandísima amistad que mantiene con los reyes españoles. De hecho, después de tomar posesión, al día siguiente fue a ver al papa y de vuelta paró en Madrid.

Nunca debieron existir rencillas y divisiones de todo tipo improcedentes. Dos pueblos con identidad propia. Hace años, Saramago había pronunciado una desafortunadísima frase en la que sostenía que Portugal debía ser una autonomía española. ¡Tremendo error! Pues ese clima, que propicia el profesor Marcelo y que hoy reina entre los dos países hermanos por cercanía, se vio reflejado en el percance de Iker Casillas y que transcendió a todo el mundo. Ha sido una gota más de miel para ese caminar al unísono que únicamente puede reportar bienes para ambos pueblos.

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