Opinión

El problema es la falta de líderes

En la sociedad actual, a todos los niveles, faltan verdaderos líderes, políticos de talla, personas con carisma y, sobre todo, con ideas claras. Y las consecuencias las estamos pagando todos en todo el mundo. Tenemos personas con ocurrencias pero sin contenidos, y sobre todo movidos por el tener, el petróleo, el mando y el éxito inmediato, que llegan a la politica y en una gran mayoría se hacen millonarios en un abrir y cerrar de ojos. Baste observar dónde y cómo murieron los líderes demócratas de antaño. Personas a las que daba gusto escuchar porque transmitían ideas y nunca ocurrencias.

Algunos ya murieron y otros viven todavía, pero, ante la situación actual, han pasado al anonimato. Los mismos partidos los han ocultado prescindiendo de ellos. Y se da la circunstancia de que la inmensa mayoría de los sucesores carecen de talla política, cultural o académica. Baste observar los títulos obtenidos y cómo los han obtenido algunos de los actuales llamados dirigentes.

Encima de mi mesa, bajo el cristal que la cubre, tengo una fotografía para mí muy querida. Están tres personajes dialogando de manera amena y con una sonrisa a flor de labios. Los tres son, para mí, personas señeras y verdaderos líderes: Carrillo, Tierno Galván y Fraga. Recordemos como el mismo Fraga presentó en una conferencia a Carillo. Y en una ocasión que vinieron a Lisboa a hablar de la Transición española, dejaron en la universidad lisboeta el pabellón español a gran altura. Entre otros, participaron en aquel foro y de forma muy amigable Felipe González, Herrero de Miñón, Fraga, Carrillo… Pasaron también por Lisboa, Suárez, Alfonso Guerra y Rodríguez Ibarra con intervenciones amenas e ilustrativas y, sobre todo, sin pelos en la lengua, con toda claridad. Y quedan en el anonimato algunos más como puede ser Durán y Lleida, Roca Junyent y Julio Anguita con su acrisolada cultura y saber estar. Pero pocos, muy pocos más.

Pues bien. Si echamos un vistazo a toda la clase politica actual y sin que tengamos que recurrir al estilo de un Emilio Castelar o José María Gil Robles y su habilidad parlamentaria, el nivel es más bien bajo. Y pase que tengan nivel intelectual mediano, pero por lo menos tenemos derecho a esperar de ellos honradez y equilibrio, sentido común y dignidad parlamentaria.

Por otra parte tenemos, con sueldos elevadísimos, más políticos que en el resto de Europa. Bien pagados y además con una serie de incentivos que los colocan a gran nivel económico. Es la triste realidad de la clase politica española. Por eso, con este caldo de cultivo son lógicas las consecuencias actuales plagadas de desencuentros, protagonismos infantiles y nivel de vida como pocos en este país.

Ha terminado una generación y estamos en un cambio de ciclo que nos hace mirar hacia el personal que sale hoy en día de las universidades y observar si efectivamente los primeros centros docentes educan y forman para la vida de manera equilibrada y sin manipulaciones tantas veces denunciadas. Este es el gran problema, la gran cuestión a resolver: la formación integral desde la primaria a los doctorados que debieran seguir siendo de gran nivel.

Desde siempre los verdaderos lideres se formaban y salían de las universidades en las que impartían clases personajes de primera línea con prestigio a todos los niveles. ¿Sigue la Universidad ofreciendo profesores de prestigio? ¿Ocupan las cátedras los mejores? ¿O se forman en ellas elementos que a veces se convierten en desestabilizadores? En las revueltas de Cataluña había muchos universitarios. ¿Van porque lo sienten o promovidos por otros?

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