Opinión

La puerta está abierta, señor Torra

El inmenso daño que la situación catalana está causando tanto a Cataluña como al resto de España es irreparable. Ya nada volverá a ser igual en aquella autonomía otrora dechado de cordura sensatez y progreso. La industria está bajo mínimos, la hostelería a punto de cerrar varios establecimientos, las familias divididas, el totalitarismo fascista se está imponiendo por mucho que lo nieguen y la calle es una tortura para cuantos, incluidos turistas, quieran disfrutar de la belleza de los diseños de Gaudí. Como si los actuales dirigentes estuviesen empeñados en darle la vuelta al calcetín de esta sociedad otrora modélica. 

Un político catalán, otrora de prestigio, afirmaba que los actuales dirigentes son guiñoles en manos de esa mano que mece su cuna desde Bruselas y que incomprensiblemente, con una chulería fuera de lo común, se pasea en libertad porque eso de la Unión Europea parece un cuento de otra época. Falta la elemental cordura para, siendo coherentes, observar como ahora se dice y pide presión y después se habla de que aquí nada extraño pasa. ¿Es ciego, sordo y lenguaraz el señor Torra cuando da tantas muestras de incongruencia obedeciendo ciegamente a un fugado de la Justicia? ¿Qué pasa en Cataluña para tener olvidados los verdaderos problemas y dedicarse a estos dislates?¿Cómo está el caso del entonces honorable Jordi Pujol? ¿Qué licencia se le concede a sus hijos para entrar y salir de la cárcel como pericos por su casa? ¿Cuándo el gobierno de Torra afrontará su crisis económica, turística, de educación, de orden público y en definitiva de buen gobierno? Porque, y esta es otra ¿con qué se pagan esos desmanes que todos hemos visto, incluidas las reparaciones de los desperfectos y la estancia del fugado en Bruselas? Da la impresión de que nos quieren tomar por tontos al resto de los españoles. Ellos si que están robando al resto de los españoles.

Respecto a las luchas campales, el cinismo llega a cotas insospechadas con eso de la llamada “proporcionalidad”. Están masacrando a las Fuerzas de Seguridad del Estado y eso se soslaya mientras se recalcan sus actuaciones. Poco menos que quisieran convertirlos en masoquistas cuando su postura ha sido impecable en todo momento. Pero, lógicamente, tal como los han atacado con toda clase de objetos contundentes, comenzando por los adoquines y baldosas que arrancaron, ¿qué pretenden?, ¿que les repartan butifarras, cava o turrón catalán? ¡Vamos hombre, lo que faltaba! El mérito de nuestras fuerzas de seguridad es inmenso trabajando más de 18 horas y algunos acabaron en la UCI.

La postura de Pedro Sánchez nunca podrá ser criticada por agresiva. Ni mucho menos. Me imagino los nervios del inquilino de la Moncloa cubriéndose de razones y de grandes dosis de paciencia. Pero esa comprensión ha llegado a un límite. Triste límite, ya que el célebre “procés” contó con todas las garantías en una sociedad de derecho. Los jueces, después de largos meses y de sereno estudio, han dicho lo que tenían que decir y punto. Puede gustar más o menos, pero si se pone en tela de juicio al Poder Judicial, mal le va a ir al país. La célebre frase “quis custodiet ipsos custodes?” de Juvenal (quien custodia a los que custodian) es muy cierta. Al poder legislativo le toca lo suyo, como al judicial hacer cumplir las leyes que salen de la voluntad del pueblo reflejada en el Parlamento. Esta es la base. Por todo ello bien se ve que la puerta está de par en par abierta, sólo hace falta que el señor Torra nos diga “adeu” y se vaya a descansar a su casa o a la mansión de los Pujol, que a lo mejor hasta están detrás, o a cobijarse en Montserrat.

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