Opinión

¿De qué cultura se trata?

El Samaín, fiesta celta para despedir al verano y recibir al invierno, posee sus raíces en el mundo celta, y bien lamento que el hermano Eligio Rivas nos haya dejado, porque lo explicaría certeramente. Basados en este supuesto origen, la propaganda y la influencia mediática lo están revitalizando de una manera increíble beneficiando al comercio y a la industria. Da la impresión de que algunos pretenden introducir en nuestra cultura cristiana otra absolutamente contraria. Frente a la alegría pascual, tétricas escenas de muerte, sangre, calaveras y, en definitiva, grandes dosis de terror y horror. ¿Es esto lo que se quiere introducir como una moda nueva? La fiesta de Halloween somos muchos los que lejos de entenderla nos horroriza, y a algunos niños les entra un gran miedo al ver rostros ensangrentados y figuras que producen miedo. Me pregunto si tiene algo que ver con nuestra cultura y si es positivo para las generaciones jóvenes.

Celebrando la “fiesta” me viene un alumno de 2º de la ESO y con rostro despavorido me dice: “Me vengo de la fiesta y algunos compañeros también porque aquello me da mucho miedo”. Justo al día siguiente de esta anécdota personal sucede lo que lamentamos inmensamente como increíble. Al menos 150 muertos y 150 heridos en una estampida durante una fiesta de Halloween en Seúl, en Corea del Sur. Unas 100.000 personas en la fiesta en la que ha ocurrido la tragedia después de una estampida humana. Y al día siguiente, al menos 100 personas murieron y 300 resultaron heridas en un atentado con dos coches bomba en Mogadiscio. Muchas tragedias juntas, como la caída de un puente en la India.

Según recogía la agencia de noticias surcoreana Yonhap, los servicios de emergencia recibieron más de 80 llamadas de aviso desde la zona del Hotel Hamilton, muy cerca de donde tuvo lugar la catástrofe de Seúl, por dificultades respiratorias. Según las autoridades, más de 100.000 personas se concentraron en el barrio de Itaewon, conocido por las celebraciones de Halloween y miles de personas se aglutinaron en sus estrechas calles, precisaron las autoridades. Los medios locales hablan de que una gran cantidad de personas comenzaron a empujar a otras en un estrecho callejón en cuesta, lo que provocó la caída al suelo en avalancha de cientos de ellas. Policías y bomberos se trasladaron al lugar de los hechos y comenzaron a trasladar a decenas de cuerpos fallecidos. Se instalaron hospitales de campaña con apoyo del Hospital Nacional Universitario de Seúl, el Hospital Universitario de Kyunghee y el Hospital Universitario de Hanyang, con 142 vehículos de emergencias entre ambulancias y camiones.

Esta es la dramática consecuencia de una fiesta que, en principio, de pacífica y alegría tiene muy poco. Los participantes pretenden divertirse, disfrutar precisamente con medios que, lejos de producir sosiego y paz, crean incertidumbre. Esa es la realidad. Y me pregunto si esa estampida fue debida al miedo que los participantes transmitían con su vestuario e imágenes de todo punto tristes e incluso macabras. Una consecuencia de unos llamados festejos que conducen al pánico y también al miedo por mucho que los organizadores le llamen fiesta. Porque toda fiesta conduce siempre a la alegría. Dice el Diccionario castellano: “Día que una religión celebra con especial solemnidad dedicándolo a Dios o conmemorando un hecho o figura religiosa. Acto o conjunto de actos organizados para la diversión o disfrute de una colectividad. Reunión de gente para celebrar algo o divertirse. Diversión o regocijo”.

Sobran comentarios. Ustedes juzgarán o al menos opinaran sobre el evento.

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