Opinión

Santo y seña

De forma reiterada, y durante décadas, hemos insistido en ello desde aquí porque estamos convencidos de que cualquier idea transmitida con tristeza y de manera triste y seria, nunca puede ir adelante. Aquello de “un santo triste es un triste santo” es bien cierto y el papa en una de sus homilías en su misa matinal acaba de reiterarlo: “A pesar de las pruebas y dificultades, un cristiano que no es alegre en su corazón no es un buen cristiano. La alegría y la consolación es nuestra trascendencia de cristianos. No es vivir de risotada en risotada. No, no es eso. La alegría no es ser divertido. Es la trascendencia del cristiano hecha de paz verdadera y no falaz como la que ofrece la cultura actual, que inventa tantas cosas para divertirnos, innumerables pedacitos de dulce vida. Un cristiano verdadero no puede ser oscuro o triste”. 

Comentaba el papa el Evangelio de San Marcos cuando habla del joven rico incapaz de renunciar a sus propios intereses: “La alegría cristiana no es una cosa que se compra o que yo hago con mi esfuerzo; es fruto del Espíritu Santo. Memoria y esperanza son los dos componentes que permiten que los cristianos vivan en la alegría cuyas raíces, están en la paz del corazón, que sólo Dios nos puede dar. Cultura no gozosa una cultura donde se inventan tantas cosas para divertirnos. Hay una inquietud buena pero hay otra que no es buena, esa de buscar las seguridades y el placer por doquier. El joven del Evangelio tenía miedo de no ser feliz si dejaba sus riquezas”, terminó afirmando el papa.

Estamos en el verano, que es un tiempo propicio para muchas cosas que durante el curso es imposible compartir. Y son, las vacaciones, un tiempo en el que el ocio debe llevar a una alegría y esparcimiento sano y sobre todo reconfortante. Compartir la amistad y esa gozosa alegría lleva a recomponer fuerzas y adquirir el necesario “combustible” para el momento de recomenzar nuestro trabajo. Porque las vacaciones nunca debieran ser un paréntesis, ni mucho menos. Son un componente más que ayuda a conformar personalidad, humanizar nuestra vidas y orientar nuestros criterios, a lo que sin duda contribuye igualmente el sosiego y la lectura tan necesaria.

Tiempo para el reposo pero nunca para modos y actividades que embotan aún más la mente. Saber organizar las vacaciones es un elemento básico como lo es igualmente el plan de vida que todos debiéramos tener para la actividad diaria todo el año. Porque todos los que viven únicamente para el momento sin programarse ni organizarse debidamente, al final están abocados al fracaso.

Desde aquí me faltan palabras para desearle a todos cuantos emprenden sus merecidas vacaciones unos días muy felices y, sobre todo, positivos y reconfortantes. La alegría, la risa y los momentos felices son la mejor medicina para los humanos. Y que San Benito, en cuya novena estamos, ayude para aunar el trabajo y la vida del espíritu.

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