Opinión

El servicio y el poder

Siempre se dijo que a cualquier institución si la queremos destruir lo mejor es minarla desde dentro. Aquello de la cuña del mismo palo como el mejor resorte para destruir cualquier organismo.

Dada la situación actual, es sorprendente cómo algunos partidos politicos (muchos) dedican sus fuerzas a la unidad interna que difícilmente consiguen. Así se destruyen desde dentro y las consecuencias las paga el pueblo, que es lo grave. ¡Pónganse primero de acuerdo, y déjense de discusiones baladíes!!

Bien creo que el tema es más de profundo. Es la comprensión, por parte de nuestros políticos de algo fundamental, que es el servicio. Un poder que olvide el servicio será funesto. ¿Por qué luchan algunos? ¿Por el poder o por el servicio? Más aún: ¿son conscientes de que si llegan a la poltrona es para servir a los que les han elegido y también a quienes votaron al contrario? Esta es la cuestión. Lamentablemente observamos cómo algunos que llegaron al poder al final su lugar es la celda de una cárcel. Y ya van unos cuantos.

Porque existe un componente que es urgente eliminar: la rivalidad muchas veces bañada en envidia y celos que dan al traste con personas e instituciones. Tanto para la convivencia diaria familiar y social como para la buena marcha de un país, es urgente eliminar esos desmanes creadores de ambición y discordia.

El problema es viejo. Muchos por el poder se dedican a tratar de ver quién es el primero. Algo muy humano y que ya en el entorno evangélico aparece. Una ambición desmedida da al traste con los más nobles proyectos. Los que anhelan poder deben mentalizarse en orden a que ese poder signifique servicio desinteresado sin esperar recompensa. La ambición es el cáncer de muchas de nuestras instituciones y partidos políticos actuales, sumidos en divisiones internas incomprensibles.

El conflicto es de mucha actualidad porque los refranes son certeros. Muchos prefieren ser cabeza de ratón antes que asumir parte de la cola del león. O si lo prefieren vamos al Quijote: “A todos les gusta mandar aunque solo sea en media docena de ovejas”. Es la realidad que palpamos todos los días con honrosas excepciones…

Pero lo más grave es que, para escalar al primer puesto, tanto los políticos como los centros comerciales y las mismas empresas prometen el oro y el moro y esto acarrea, una vez escogido ese “primero”, un cúmulo de fracasos e incluso quiebra de empresas pendientes de su propaganda. Escuchamos frecuentemente en los reclamos publicitarios: “Estamos a su servicio. Servirles es nuestro placer, nuestra meta”. Como “servir al pueblo” es el reclamo de muchos partidos, sobre todo en las campañas electorales.

Pero para llevar a cabo el verdadero servicio es necesaria una autentica vocación, un liderazgo que por desgracia escasea. Son contados los que lo cumplen. Pero los hay también. Conocí a un político ourensano que enviaba para las misiones de África todo lo que recibía por sus cargos en la política. Y lo hacía sin estruendos, aunque algunos somos testigos de ello.

¡El afán de poder! Qué triste espectáculo el que ofrecen algunos en sus escaladas y cómo una vez llegados sus cuentas bancarias suben que da gusto. Así entienden el servicio algunos. Posiblemente es cierto aquello: “Aceptando una cartera, el político don Luis dice hacer un sacrificio…Sí, ¡el del país!”.

Después no nos extrañemos de que las cosas vayan como van.

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