Opinión

Siete pilares

Ya hemos apuntado el tema aquí varias veces, pero se ve que cuando los errores se repiten llegan a pasar de moda a costumbre y de ésta a norma comúnmente aceptada. Se trata de la presidencia de las celebraciones litúrgicas en la Iglesia católica. Ya sea sobre todo en las bodas, funerales e incluso primeras comuniones. Producen perplejidad para cuantos conozcan el sentir de la Iglesia que emana de la doctrina seria y fundamental a través de los siglos.

Antes de concretar este tema, que esperamos continuar el próximo domingo, es interesante recordar una serie de datos sobre los siete Sacramentos. Por el bautismo, todos los creyentes somos constituidos en sacerdotes, profetas y reyes. Evidentemente en el sentido que marca la fe cristiana. Pero con características diferentes para los laicos y para cuantos poseen el ministerio sacerdotal, que es diferente. En concreto el sacerdocio ministerial hace las veces de Cristo, siendo así que cuando el sacerdote consagra, bautiza, administra la Santa Unción es Cristo quien lo hace. Y los fieles laicos se unen a esa misión.

Por lo tanto, únicamente al sacerdote le corresponde la misión irrenunciable de presidir y en su caso predicar la Palabra, algo que solo el diácono puede ejercer también y por supuesto el obispo, ya que los diáconos y sacerdotes ejercen su ministerio en nombre y por mandato de él. La jerarquía en la Iglesia esta formada unicamente por los obispos, sacerdotes y diáconos. A nadie más le corresponden sus irrenunciables misiones. ¿Y el papa? Es el obispo de Roma.

Pues bien, en los distintos sacramentos son distintos los ministros: en el bautismo, lo es el sacerdote o el diácono de forma ordinaria y cualquier persona con uso de razón (aunque sea de otro credo) en caso extraordinario de urgencia. De la Confirmación, es el obispo o un sacerdote especialmente delegado suyo. De la Eucaristía, Penitencia y Unción de Enfermos, solo el sacerdote (el obispo es sacerdote). Del Orden Sacerdotal, solo el obispo con facultades ordinarias en su diócesis, y fuera, con las debidas licencias de su prelado. Por último, los ministros del Matrimonio son los mismos novios, por lo cual es incorrecto decir que el cura “los casa”. Se casan ellos y el sacerdote o el diácono bendicen esa unión.

Por otra parte, hay tres Sacramentos que únicamente se pueden recibir una vez (imprimen carácter): Bautismo, Confirmación y Orden sacerdotal. Y otros tres que perdonan los pecados mortales: Bautismo, Penitencia y Unción de Enfermos.

Esta es, a grandes rasgos, la doctrina sobre los siete pilares de la Iglesia. En el Credo, que es el resumen de la fe, se recogen las cuatro notas de la Iglesia: Una, Santa, Católica y Apostólica. Es una sola la comunidad fundada por Cristo, que es santa porque así es su fundador y los medios que son precisamente los Sacramentos. Es universal y, por último, es continuadora de los doce apóstoles.

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