Opinión

Sin palos en las ruedas

Después de tantos meses de incertidumbre y con muchos despropósitos ya tenemos gobierno en España. Y el hecho en sí es bueno por lo que debiera significar de estabilidad democrática. Para bien o para mal esto es lo que hay y lo que refleja la voluntad de un parlamento en esta ocasión tan sumamente dividido. Es la realidad que unos y otros debieran afrontar. Para girar este nuevo rumbo unicamente hay un sistema en democracia, que son las elecciones. Las urnas son las que deben marcar el veredicto.

Dicho lo anterior, que todos los demócratas debemos aceptar, resta ahora el trabajo diario. Un país nunca va adelante únicamente con lo que marca el gobierno. Es la oposición un elemento imprescindible para que la cosa funcione correctamente. Y en ello la colaboración es algo imprescindible. Una colaboración, un diálogo, que dista mucho de decir amén a todo lo que sale del ejecutivo. Como éste debe saber escuchar las posturas que sean correctamente presentadas por la bancada contraria. Solo así el país funcionará. Porque a veces, lejos de sopesar las opiniones contrarias, algunos las rechazan por venir de quien vienen. Todos, absolutamente todos, los que ocupan un escaño se supone que algo bueno tienen y debe tomarse en cuenta. Rechazar propuestas por venir de quien vienen en vez de contemplar sus contenidos siempre es antidemocrático. Y esto, ese criterio, debiera utilizarse de uno al otro extremo parlamentario. Todos tienen cosas malas, cierto. Pero también buenas.

De aquí lo del titulo de estas líneas. Tratar, ya desde el comienzo, de poner palos en las ruedas cuando menos es condenable. Ponga los palos quien los pusiere. En el reciente debate de investidura el diputado valenciano Baldovi hizo una afirmación que comparto plenamente. Es necesaria educación. Y esto en el fondo y en las formas de todos los parlamentarios. Se da por supuesto que quienes se sientan en la Carrera de San Jerónimo cuando menos tienen esa virtud porque ninguno es analfabeto y todos han pasado por algún centro escolar. 

Absolutamente todos con cordura tenemos una opinión formada sobre la situación actual que ni mucho menos es perfecta. En ella se ha mezclado ambición desmesurada, afán desmedido de mando, actuaciones muy discutibles de algunos e incluso intento de zancadillas inconfesables. Esto es público. Quisiéramos ignorar ciertas presiones e incluso intentos de “compra” de ciertos votos. Todo esto es condenable a todas luces, como lo es que algunos hayan tenido que reclamar escolta policial por ello.

Pero ha habido, según se dice, muchas clases de compra. Y en este sentido la postura de la diputada canaria Oramas tiene toda la razón. Las autonomías son todas merecedoras del mismo trato. Proteger a unas porque “es de los nuestros y nos apoyan” y postergar a otras dirigidas por ideologías distintas es cuando menos una clamorosa injusticia. Y esto aunque esté “tapado” es muy público, señora Oramas, y lo sabemos o al menos intuimos todos.

Es difícil el arte de gobernar, muy complicado. Y esperemos que en la nueva singladura que comienza el nuevo Gobierno, sean más los aciertos que los fallos por bien de todos. Es lógica la clamorosa petición que el pueblo hace con todo el derecho y justicia, y que es el deseo de que el ejecutivo gobierne para todos sin excepción ni privilegios. Y que, por otra parte, faciliten que el poder judicial sea total y absolutamente independiente. Lo contrario sería caminar hacia una dictadura que todos vituperamos.

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