Opinión

Tanta gloria lleves como paz dejas

El refranero castellano goza de un interminable número de dichos que esconden una verdad siempre. Son, los refranes, uno de los puntos certeros para comprender la idiosincrasia española. Si les digo la verdad, desde un primer momento la figura, y sobre todo las actitudes de Donald Trump, nunca me han caído bien. Ya para empezar comenzó con el dichoso muro que fue una fuente de chascarrillos y comentarios. Ahora parece que este buen señor, lejos de irse, le echan. Y le echa el pueblo americano al que ha tratado de dirigir durante cuatro años en medio de crispaciones y desencuentros continuos.

Hay un detalle muy a tener en cuenta. Hasta la fecha, las elecciones en EEUU eran fiestas que acababan encumbrando a uno sin que esto significase vituperar al perdedor. Los dos partidos luchaban denodadamente pero, acabados los escrutinios, “aquí paz y después gloria”. Es muy claro que EEUU (cada vez menos) es la batuta de la marcha de este mundo convulso. Y a ello debe contribuir buscando algo fundamental, que es la unión, navegando juntos, comenzando por los habitantes de aquel país. Y aquí nace mi profundo desacuerdo con el sr. Trump. Una cosa sí ha conseguido, y es la total división tanto en su país como en su partido como en definitiva en el mundo, cuando en realidad su misión es ser instrumento de paz, diálogo y concordia sin absurdas imposiciones. Esta es la cuestión. Deja a un país totalmente dividido, algo que antes nunca acontecía. Y a un mundo destrozado por todas partes. El sistema de este señor para nada ha contribuido a una verdadera unidad mundial.

Es muy triste el panorama y la ligereza con la que ha afrontado los problemas actuales del mundo, comenzando por la pandemia y sin olvidar su actitud en la cumbre del Medio Ambiente en Francia. Todo contribuyó a esa división que, sobre todo en estos tiempos de crisis, es una actitud rechazable. El gran problema de Trump son sus despechadas actitudes y las maneras con las que tomó decisiones importantes; los modos nada correctos con los que decía cosas que podrían ser buenas pero que el modo con el que las proclamaba creaba crispaciones innecesarias. Las cosas nunca se resuelven con gritos estentóreos ni con bruscas decisiones, y menos a la ligera como este señor ha tratado la pandemia que, pese a sus opiniones, el número crece alarmantemente en su país y en el mundo entero.

Tengo varios amigos norteamericanos y alguno muy adicto a Trump que me hablaba del “pucherazo” en estos comicios. Que en un país de la categoría de EEUU, que debe ser ejemplo mundial, se cuestionen recuentos en las elecciones indican decadencia democrática, falta de rigor. Algo anda mal con las demoras en el recuento y la falta de elegancia en reconocer la victoria del adversario cuando incluso su pareja se lo pide y barones de su parido también.

En suma, lejos de cuestionar su programa electoral y sus ideas que difundió en la campaña, el problema, a mi modo de ver, han sido los modos y la imagen que le marcará para siempre indicando tremenda prepotencia y falta de estilo, de saber estar y equilibrio. Enrocarse ahora en los tribunales será un mal para el país que con ello ahondará más la división social.

Esperemos y confiemos en que los tribunales, de manera rápida y contundente, pongan las cosas en su lugar y los EEUU, para bien del mundo, recobren la unidad, el entendimiento y la cordura.

Te puede interesar