Opinión

Un matrimonio ejemplar

En este IV domingo de Adviento, la Iglesia resalta la figura de aquel matrimonio de Nazaret formado por María y José. Muchas son las enseñanzas de este día que brotan del pasaje bíblico. Se entera San José de que María está embarazada y, muy humanamente, le surgen las lógicas dudas. Pero también, lejos de la protesta, el santo patriarca echa mano de la presunción de inocencia. Una virtud tan fundamental y necesaria para todos, desde la justicia al criterio de cada uno. Ya lo dice la célebre frase: “Nemo malus nisi probetur”. Y a veces es difícil probar, pero antes que nada la inocencia. San José, una vez aclarado, cree a su esposa y la acepta totalmente.

Pues bien, el ejemplo de este “matrimonio ejemplar” tiene para todos muchos puntos a seguir. En primer lugar, la actitud de María. La gran ausente y a la vez la mujer fiel. Son, los silencios de María, las pruebas más eficaces de su categoría. Nunca aparece en los momentos de júbilo, ni en la entrada triunfal en Jerusalén, ni en la multiplicación de los panes… pero sí está en los momentos de dolor como son las incomodidades de su parto, la huida a Egipto y sobre todo en la Calle de la Amargura y en el Calvario.

Es la discreción y el saber estar de una mujer que irradia paz, servicio y alegría. Tengo muy cierto que desde el primer momento Ella sabía muy bien lo que traía entre manos. Y me lo recuerda siempre la imagen de la Virgen del Portal que lleva en sus manos la imagen de un Niño, pero ya bajado de la cruz. Viendo al bebé, que bien sabía su origen, ya estaba viendo su final. Conocía muy bien las Escrituras y lo que Isaías ya profetizaba.

Estamos ya cercanos a la Navidad, que es tiempo precisamente para ver la actitud de aquel matrimonio y, en la Nochebuena, en los Belenes propios de este tiempo, se puede observar el testimonio que el mundo entero debiera comprender y practicar. Cantamos Noche de Paz y es lo que este planeta necesita; repetimos el “Gloria” y la alegría de ver como todo un Dios se hace humildemente hombre. 

¡Cuántos ejemplos nos dan los personajes que componen los nacimientos fundados por San Francisco de Asís en Greccio en 1223! Precisamente lo que el mundo de hoy necesita de manera urgente. La sencillez, frente a tanta parafernalia, luces y regalos de la sociedad de consumo; el gozo verdadero, frente a tantos placeres efímeros que se ofrecen en estos días; la paz serena y alegre, en contraposición con tantos conflictos actuales, y en definitiva, la actitud de los pastores que corren a ver al Rey que ha nacido…

La Navidad es todo eso y mucho más. Y por ello, tras veinte siglos, seguimos muchos acudiendo a ella. Y por algo el Nacimiento de Cristo ha sido el hecho fundamental que ha marcado y marca a la humanidad.

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