Opinión

¿Una solución necesaria?

La exhumación del cadáver de Franco del Valle de los Caídos, Cuelgamuros si lo prefieren, ha creado un problema en todo el país con posiciones irreconciliables. Una polémica que según pasaron los días se ha ido extendiendo a sectores que otrora pasaban del tema. Sinceramente creo, con todos los respetos, que el Gobierno se ha equivocado sacando a la luz un tema que estaba prácticamente olvidado. Nada les dice a la inmensa mayoría de la juventud de hoy la figura del anterior jefe del Estado. Aquello pasó y hay que saber mirar hacia adelante dejando al margen problemas que tal vez lo fueron antaño pero que hoy en día la gente pasa de aquella figura. Han pasado más de cuarenta años y aquello fue una etapa de la historia de España que ya pasó y que lo único importante sería que nunca se volviese a repetir. Tratar de hurgar en un pasado cada vez más lejano es reabrir heridas innecesarias y en la realidad una pérdida de tiempo. A las nuevas generaciones hay que prepararlas para un futuro mejor.

Digo al comienzo que opino que el ejecutivo se equivocó. Tal vez sin valorar las consecuencias de lo que podía acarrear la medida de la exhumación. Posiblemente nunca cayeron en la cuenta de la polémica. Los franquistas, que cada día eran menos, han salido a la luz y poco a poco con esto han acarreado adeptos que se posicionan a favor o en contra de la medida gubernamental. Aquel pequeño grupo, que sigue existiendo, ha obtenido una propaganda gratuita y una dimensión que aún está por medir. Tanto es así que el mismo Gobierno había prometido resolver el tema antes del fin de año pasado y aún está por ver cuando conseguirá cumplir sus deseos. Con todo ello se ha conseguido que actualmente la tumba actual sea cada día visitada por más gente que en su mayoría nada les interesa el franquismo pero que van allí movidos incluso por el morbo.

Han pretendido incluso involucrar al Vaticano que, naturalmente, pasa del tema. Al comienzo de la polémica muchos veían con buenos ojos el traslado a la Almudena pero enseguida observaron que iba a ser peor el remedio que la enfermedad pues en el centro de Madrid serían numerosos los visitantes. Por eso enseguida se vio que el lugar debiera ser otro. Y ahora el gran problema es que ni el Gobierno ni incluso la familia y los franquistas se ponen de acuerdo sobre el lugar en el que depositar el cadáver. El prior de la comunidad benedictina, que es la que tiene la obligación de custodiar el recinto, de momento lo tiene claro en su negativa para el levantamiento de los restos. En 2018 las visitas crecieron en un 103% y alcanzaron más de 4.000 cada fin de semana con motivo de la posible exhumación.

En todo este cúmulo de idas y venidas incluso se cuestionó la retirada de la Cruz que preside el Valle. Para bien o para mal todo aquello es una obra de arte al margen de las connotaciones políticas. Las esculturas obras muchas de ellas del escultor Juan de Ávalos, nada adepto al franquismo, forman parte del patrimonio nacional como lo forman en otros países monumentos levantados por dictadores. Incluso en la misma Rusia se conservan mausoleos de personajes y dictadores muy puestos en causa. Y nadie dice nada. Imagínense por un momento que en la Roma actual se destruyesen obras llevadas a cabo por emperadores romanos que muchos eran dictadores, o por el mismo Musolini. Sería otra cosa pero nunca la Roma actual.

Por eso me parece que el tema de la exhumación de Franco es un problema innecesario. Eso creo cuando el país tiene tantos más graves por resolver.

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