Opinión

Unanimidad en las medidas

Ante esto del covid-19, de día en día surgen un gran cúmulo de perplejidades al contemplar las soluciones que cada país está tomando. Para comenzar, hablan siempre los responsables de la OMS, y siempre dando consejos y vaticinando resultados. Pero, pese a ello, creo que son pocos los que siguen a rajatabla esas indicaciones. Contemplamos tanto en los países en general como en las diversas zonas de los mismos, soluciones bien distintas que ahondan esa zozobra en la que está viviendo el mundo. Y esto contribuye al estrés y a las infinitas dudas que surgen por doquier. Muy triste que en un mismo país con distintas autonomías o cantones, en uno se sigan unas medidas y en el de al lado las contrarias.

Cierto que hay que tener en cuenta la incidencia de la pandemia en cada lugar, pero además de eso está esa necesaria unidad de criterios. A veces da la impresión de que los distintos gobiernos andan a la deriva en búsqueda de ese Godot que por lo que se ve tarda en aparecer. Unas son las medidas en Europa y otras bien distintas en otros continentes. Y es clamorosa la diferencia existente que llega a bajar esa curva maldita a lo más bajo mientras en otros la rápida subida hace temblar a la ciudadanía.

Se habla, se ha hablado, mil veces de distintas vacunas que están por llegar y sobre todo por catalogar su eficacia que ni siempre, por lo que se ve, es la misma y en algunas muy fallida. Ante esta incertidumbre sería necesario un criterio común para todo el planeta, ya que la epidemia llega a casi todos los rincones en medio del gran misterio que envuelve a ciertos y contados lugares sin incidencia prácticamente. ¿Qué hay detrás de toda esta serie de diferencias? Es el gran misterio que a mí personalmente me gustaría que aclarase China, que es el lugar de origen de este maldito virus.

Porque, además, y lo hemos repetido aquí varias veces, es el momento de dejar a un lado inútiles cuestiones para el momento y centrarse en lo fundamental y hoy, sin duda, en todo el mundo lo prioritario y fundamental es atajar y parar a este “bicho” que nos lleva por inciertos derroteros. Esta es la realidad que todos los pueblos y naciones, sin excepción, debieran afrontar como objetivo único del momento. Se nos ha repetido mil veces que todos juntos lo superaremos. Pero yo añado que todo el mundo junto. De poco vale que se una cada pueblo si el de al lado va por otros derroteros. Y en este sentido hay ejemplos clamorosos como el de Bolsonaro o el mismo Trump, a quienes les visitó el virus y a la vuelta de la esquina se reintegraron a la vida normal. Todo muy raro en esta situación.

Las cuarentenas serán buenas, pero de nada sirven si al salir volvemos a la vida normal. ¿Quién controla todo esto? ¿Quién cumple y hace cumplir las normas a rajatabla en todas las partes del mundo? Y además, si se sale del país, al llegar al destino en algunos países se les obliga a 15 días de cuarentena y en otros “a vivir que son tres días…” Todo muy raro. Y extraño y raro seguirá siendo mientras las normas sean para zonas concretas y en otras cada quien vive a su aire. Estamos en la segunda ola, algo también misterioso, y las dudas acechan ante ese incierto final que desconocemos. Se habló de meses, ahora de años y hasta algunos afirman que el virus se va a quedar para siempre. Muy raro todo esto.

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