Opinión

Y ahora las urnas

Ya nos estamos acostumbrando a que en este país haya de todo, ahora parece que tocan unos meses en los que estarán presentes las urnas. El pueblo está siendo llamado a los distintos comicios. Nada falta. ¿Esto es bueno? Según se mire. Personalmente, si me dejan, opino que el momento es el menos propicio porque, siguiendo aquel dicho del de Loyola, el tiempo de turbaciones es el menos propicio para tomar decisiones. Y a los hechos andaluces me remito. España es un país políticamente centrado, ya sea con el centroderecha o el centroizquierda. Los extremos nunca dieron frutos que reflejen el sentir de este pueblo que anhela la paz, la tranquilidad y huye de sobresaltos.

Hay resultados electorales que, lejos de reflejar el sentir general, son un rechazo o más bien un castigo ya sea por la corrupción o por otros dislates que de todo ha habido en este país últimamente. Para nada sirven los pretendidos fenómenos de distracción que algunos promueven ya sea desde la derecha o desde la izquierda. Sinceramente, me parece un despropósito que los Presupuestos se hayan rechazado porque en el fondo el Gobierno trata de cumplir la Constitución sin ceder a pretensiones soberanistas. Con esto, quien pierde es España. Falta altura de miras y sentido de Estado y ya está bien el problema catalán que está convulsionando a todo el país, dividiéndolo y creando un sentir en contra de aquella noble autonomía que siempre fue modelo de cordura y concordia. La situación actual, como ya hemos dicho desde aquí, está creando un clima enrarecido que ahora más se agría con el proceso que se está llevando a cabo con los diversos debates y la actual campaña.

Azuzar esta situación y criticando como se está llevando a cabo al alto tribunal y a la Jefatura del Estado, es un mal que va a durar décadas. Muchas décadas. Pretender resolver en la calle o manipular desde las grandes avenidas la cordura de los jueces es de suma gravedad. Y además echando más leña y gasolina al fuego desde Bruselas. ¿Nadie es capaz de poner en su sitio al señor Puigdemont y compañía? 

Pues todo este clima se va a reflejar en las urnas porque como muy bien decía Unamuno en este país de cada diez uno piensa y nueve aplauden. Y ya estamos hartos de tanto aplauso fuera de lugar.

Por eso el resultado de las elecciones es una incógnita difícil de descifrar. Se ha estado tratando de una manera u otra de dividir y distraer a los votantes. De manera consciente o inconsciente, pero se ha dividido y vemos que el resultado en Cataluña y por ende en España puede ser de lo más inesperado. En todo ello faltan en este país personas con criterio de Estado, con ideas y contenidos serios que eviten que la vida politica se desarrolle a gritos en las calles. El auge de la extrema derecha es todo un síntoma y que el centro esté girando hacia el mismo lugar personalmente opino que nunca puede llevar a nada bueno.

Es el argumento que ponen algunos a la hora de sostener que la Constitución solo debe sufrir algunos retoques pero sin destruirla para evitar que como hace siglos fuese la Carta Magna algo esporádico y momentáneo fruto del sentir de un partido o de los militares que impusieron su fuerza. Por eso miramos el 28A y el 26M como una incógnita con serias dudas de que los resultados reflejen la realidad. Tal vez reflejarán el momento pero eso, el momento, es algo efímero, y lo que interesa es el bien de la ciudadanía. Sería de desear que las campañas lejos de echar combustible al fuego luchasen por la concordia tan necesaria siempre en un país con una historia milenaria de equilibrio.

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