Opinión

Y ahora ¿qué?

Parece que finalmente habrá un gobierno de coalición en España. Después de tantos y variados ataques mutuos, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han firmado un preacuerdo. Y bienvenido sea si ello contribuye a la buena gobernabilidad del país, si consigue los apoyos suficientes siempre dentro de la Constitución. Bien creo que el hartazgo político llegó a cotas insospechadas. De momento posee un incierto final cargado de ingredientes de dentro y fuera del país. Es el tiempo para la cordura y sensatez prescindiendo de intereses partidistas, de prejuicios ancestrales y, sobre todo, de protagonismos e improcedentes vanidades, vayamos al grano y al bien del pueblo. 

Lo que se consiguió en estos meses de incertidumbres políticas es que se haya creado el llamado “sindicato de cabreados y pasotas”. Y esto es muy grave para la democracia y para la misma ciudadanía. Un tristísimo espectáculo que al fin descalifica a muchos de nuestros políticos. La generosidad a la que alguien apelaba en la noche electoral es una virtud que debiera entenderse en su justa acepción. Generosidad sí, pero para con el pueblo. Porque lo otro es un más de lo mismo. Las urnas han hablado claramente. Y van poniendo a cada uno en su lugar. Resta que de una vez por todas surjan verdaderos políticos que sepan olvidar discrepancias y luchar por el bien común sin perderse en inútiles divagaciones y problemas añadidos que sólo conducen al desprestigio de quienes las promueven. Porque además, los auténticos politicos deben huir de inútiles divisiones e ir a lo que verdaderamente une. Esta es una de las misiones que debiera fundamentar el quehacer político. Partidos que dividen a los votantes, destruyen la convivencia de los pueblos y crean crispación y malestar. Es, la paz y la concordia ciudadana, lo fundamental que debieran adoptar todos los partidos.

Dicho lo anterior tenemos que ser realistas y ver que lo que salió de las urnas es igual o mucho peor que lo del 28-A. Esta es la realidad y, si en aquella ocasión fue imposible ponerse de acuerdo, ahora con más de lo mismo los mismos protagonistas pretenden entenderse. Por ello personalmente tengo claro que siendo realistas algunos de nuestros llamados “líderes” debieran dar un paso al lado y dejar el lugar a savia nueva, rostros nuevos y sobre todo generosidad sin límites.

Me imagino que tanto Pedro Sánchez, como Pablo Iglesias, Albert Rivera y alguno más debieran dejar paso. El de Ciudadanos ya lo ha hecho. Pero Sánchez, después de la pérdida de votos, debiera dejar el lugar a otro socialista que fuese capaz de gobernar. Y lo de Pablo Iglesias es clamoroso por la pérdida de votos en primer lugar y sobre todo por la insistencia en colocarse en el próximo gobierno. Los mismos argumentos que tras en 28-A. Hay que ser realistas y debieran saber leer los escrutinios electorales.

Los socialistas han sido la fuerza más votada y deben gobernar, pero con otras caras. Con los mismos actores y con una situación igual o peor la cosa tiene muy mal cariz. Muy malo sobre todo pidiendo Podemos, después de tener menos fuerza, nada menos que tres ministerios y la vicepresidencia. Porque además, y ya alguno lo ha apuntado, los resultados son claros tanto en el Congreso como en el Senado. Negarse a un pacto o coalición como existe en Alemania y muchos más países, dice muy poco de quienes lo rehúyen. El pueblo lo pide frente al gran elenco de partidos que han llegado a la Carrera de San Jerónimo. ¿Cuál es el problema para que PSOE y PP se entiendan? Esta es la cuestión que tal vez está teñida de afanes desmedidos de protagonismo. Esperemos que el preacuerdo fructifique.

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