Opinión

¿Efecto boomerang en el PP?

Todos los pronósticos coincidían en que Alberto Núñez Feijóo era el político popular mejor situado para ser presidente del PP, tras la marcha de Mariano Rajoy. Todos, menos los de entornos controlados por Soraya Sáenz de Santamaría, que previamente se había visto favorecida por la desaparición de la escena política de Cristina Cifuentes, debido a una serie de turbios asuntos que alguien supo mover en el momento oportuno.

Desaparecido también Alberto Núñez Feijóo de la carrera, tras ser objeto -previamente- de dos calculadas campañas de desprestigio, los pronósticos apuntaron a Soraya Sáenz de Santamaría, que en efecto ganó en voto directo de la militancia en primarias, pero con muy poco margen. Como quiera que sus adversarios internos -Pablo Casado, María Dolores de Cospedal, Margallo...- se supone que suman más compromisarios de cara a la segunda vuelta en el congreso del PP, los pronósticos dan ahora como favorito a Pablo Casado, casualmente también protagonista de supuestas irregularidades en un master de hace diez años.

Da la impresión, por un lado, de que en el PP los pronósticos no siempre se cumplen, y por otro, de que los potenciales adversarios de Soraya Sáenz de Santamaría tienen el techo de cristal, fruto de la oportuna acción combinada de quienes conocen ciertos detalles de sus trayectorias y de los medios de comunicación que los difunden. A veces, incluso, con redifusiones programadas.

No parece que haya juego limpio en el PP, ni margen para la elaboración de pronósticos políticos, lo cual plantea problemas no solo a los aspirantes, sino al propio partido. En este permanente estado de conspiración, resultaría que los dossieres se fabrican cuando determinados lideres optan a ciertos puestos, pero no a otros de rango inferior o que simplemente no son del interés de quienes mecen la cuna.

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