Opinión

Riesgos y oportunidades para el PSOE

En el PSOE hay preocupación por la percepción que tiene el electorado español de su estrategia política; sobre todo en relación con Cataluña. Los dirigentes autonómicos no ocultan ese estado de ánimo desde hace tiempo y la cúpula, si bien no admite la gravedad de la situación, tampoco la controla, de ahí los episodios protagonizados por el socialista extremeño Fernández Vara, al sumarse al PP para exigir la aplicación del 155 en Cataluña, o el ex secretario general del PSOE en Galicia, Pachi Vázquez, que abandonó el partido, disconforme con la dirección federal. El castellano-manchego Page, el aragonés Lambán, el asturiano Fernández y la propia líder andaluza Susana Díaz no están en el fondo en coordenadas muy distintas.

Es evidente que el PSOE tiene un problema interno, que aflora ahora en mayor medida porque se acercan las elecciones autonómicas en la mayor parte de las comunidades y las municipales en toda España. Presidentes autonómicos y alcaldes socialistas temen lo peor, no solo para el PSOE en España, sino para ellos, personalmente.

Pedro Sánchez, líder del PSOE por méritos propios y presidente de un Gobierno débil, tiene la idea de que puede tender la mano al independentismo catalán con un doble objetivo: obtener a cambio su apoyo parlamentario -para él, indispensable- y poner en valor al PSC en Cataluña. Ambas cosas pueden tener su lógica, el problema está en su propia debilidad, que dificulta hacer creíbles sus objetivos, a pesar de algunos progresos. Es verdad que el PSOE basó siempre sus grandes éxitos en España en ganar las elecciones generales en Andalucía y en Cataluña, y que ahí está la clave de fondo de su recuperación. Pero los tiempos han cambiado.

Aunque el PSOE perdió el gobierno de la Junta, es posible que siga siendo el primer partido en Andalucía, por delante del PP, pero tiene más difícil recuperar el liderazgo en Cataluña, donde ahora hay más fragmentación electoral. Para conseguirlo tendría que producirse un descalabro de Podemos y recuperar votos socialistas -catalanistas- que se fueron a ERC. En el mejor de los casos, Pedro Sánchez precisaría que estos eventuales éxitos diferenciadores -con respecto al PP- en Andalucía y Cataluña no hundieran su marca en otros territorios.

Son de todos sabidos los problemas de Pedro Sánchez y del PSOE -evidentes- pero tampoco hay que perder de vista que su reconocida suerte personal puede salvarle. Y no sólo por los votos que pueda obtener con sus políticas socioeconómicas, sino también por la desunión de Podemos. Así como por la derecha el mapa electoral español se complica -sobre todo para el PP-, por la izquierda se decanta a favor de la tradición, con un PSOE muy por delante de lo que en su día fue el PCE, después Izquierda Unida y ahora es Unidos Podemos.

¿Conclusión? El PSOE está corriendo muchos riesgos pero nadie ha dicho la última palabra, que le corresponde a los votantes. Puede ser que se hunda pero tampoco hay que descartar que se salve en las generales, que son las elecciones que le preocupan realmente a Pedro Sánchez. Sus tiempos no son los de los barones territoriales.

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