Opinión

Severas advertencias de dos presidentes

El italiano Mario Draghi y el gallego Alfonso Rueda han protagonizado discursos con advertencias desagradables, que en realidad también podrían estar en boca de otros gobernantes. Vienen curvas.

No es habitual que un jefe de Gobierno diga que las cosas van a ir mal. Tampoco es frecuente que lo haga un ministro de Economía, para no desincentivar las inversiones y el consumo. Cuando sucede algo así y el guión habitual de la política económica se rompe es porque va a suceder algo irremediable o algo va mal, como diría Tony Judt. En el mismo día, dos jefes de gobierno de ámbitos distintos han lanzado esta semana severas advertencias.

Desde Italia, un primer ministro habitualmente tan riguroso como Mario Draghi no solo ha alertado a su país, sino al mundo. Tras conversar por teléfono con el presidente de Rusia, Vladímir Putin, sobre la guerra en Ucrania y su impacto alimentario para los países más pobres, avisó de que “tendrá proporciones gigantescas” con consecuencias “terribles” para la humanidad. “La conversación se centró en la evolución de Ucrania y en los esfuerzos por encontrar una solución conjunta a la actual crisis alimentaria y sus graves repercusiones en los países más pobres del mundo”, informó el propio Gobierno de Italia en un comunicado.

Desde Galicia, un flamante presidente, Alfonso Rueda, prácticamente ha debutado con un mensaje que también da que pensar y que podría ser extrapolable a otros mandatarios autonómicos. Los meses que vienen por delante van a ser “muy complicados”, según las palabras textuales del presidente gallego.

¿Qué hay detrás de estos dos mensajes no apocalípticos, pero nada tranquilizadores y menos aún estimulantes? ¿Por qué son ellos quienes los protagonizan y no otros homólogos suyos?

Un papel similar al de Draghi ya lo ha desempeñado en algún momento el francés Emmanuel Macron, a quien Putin engañó alguna vez. Es evidente que el líder ruso instrumentaliza sus conversaciones con gobernantes occidentales para presionar a sus opiniones públicas, atemorizándolas. Pero a estas alturas Putin no engaña a nadie que no se quiera dejar engañar, por lo que un político con la experiencia de Draghi –entre otras cosas fue presidente del Banco Central Europeo (BCE)– sabe bien lo que hace y lo que persigue. Sin discutir el problema de fondo que plantea Draghi inducido por Putin –la vuelta del hambre en países donde ahora se come–, tampoco puede perderse de vista la dependencia energética de Italia de Rusia y su interés económico en no ir más allá en las sanciones a Moscú. Diciendo lo que dice, a quien está presionando realmente Draghi es a sus propios socios europeos.

El mensaje de Alfonso Rueda se mueve en una órbita distinta, pero también admite un análisis del contexto de esos meses “muy complicados” de los que habla. Los gobiernos autonómicos españoles han tenido, debido a la pandemia, ingresos adicionales cuantiosos, que en buena lógica van a desaparecer. Fueron partidas asumidas por el Gobierno central con cargo a la deuda contraída con el BCE. Además, las comunidades autónomas van a tener que equilibrar sus gastos e ingresos, a medida que se acerque la vuelta de la regla de gasto que regula la Comisión Europea. Alfonso Rueda está cogiendo el paraguas porque sabe que va a llover. De alguna manera, está advirtiendo –a tiempo– a los gallegos de que si vienen mal dadas no es porque se haya ido Alberto Núñez Feijóo y ahora esté él, sino porque ha cambiado el ciclo. Para él y para todos los presidentes autonómicos, sobre todo los del régimen común.

@J_L_Gomez

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