Opinión

Pampirolada

Distinguido lector: posiblemente cuando leas el título de estas líneas te preguntarás ¿qué diablos significará la palabra "Pampirolada"? No se trata de un crucigrama, jeroglífico o sopa de letras. Trataré de explicarme. El diccionario de la Real Academia Española, ese océano de palabras -herramienta imprescindible de escritores y escribidores- nos sorprende con palabras totalmente desconocidas y tal vez simpáticas. Y una de ellas, para quien estas líneas escribe, resulta ser "Pampirolada" que, según el diccionario de la RAE, es: "Salsa que se hace con pan y ajos machacados en el mortero y desleídos en agua".

Escribir sobre la campaña electoral, no. Escribir sobre los "machotes" que practican la violencia de género, no. Escribir sobre el campeonato de Liga que ganó el Barça, tampoco. Entiendo que son temas muy manidos y posiblemente poco novedosos. Incluso podríamos decir que en los mejores restaurantes gallegos se anuncian los menús con los mejores pescados, carnes y mariscos con sus precios respectivos.

La gastronomía, la afición al buen comer, es como una llanura inmensa que tiene olvidada la "Pampirolada". Su elaboración es sencilla y económica. También es sencilla (pero algo tendrá en la manga) los huevos caros "Casa Lucio", en Madrid, muy concurrido por practicantes del esnob.

En mi Ourense natal son muchos los usuarios de esa magnífica institución llamada Cáritas, de la que presumo ser socio aunque mi residencia habitual sea en la ciudad de la Torre de Hércules. En plena campaña electoral, bueno sería que el casi seguro futuro alcalde ourensano, Jesús Vázquez, sufragara una comida extraordinaria para los ourensanos que se ven obligados a frecuentar Cáritas, pero ¡eso sí!, sin olvidar en el menú la "Pampirolada", tan olvidada, incluso, por los famosos de la gastronomía Arguiñano y Arzak.

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