El artículo 2 de la Constitución española, reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran.
Con relación a este artículo quiero detenerme en dos conceptos, en primer lugar el de autonomía y en segundo lugar el de nacionalidades. Lo hago porque con el diccionario de la RAE en la mano, me resultan familiares ciertos discursos e inconsecuentes o acaso incomprensibles otros.
El diccionario define la autonomía como “estado y condición del pueblo que goza de entera independencia política”. Y cuando se refiere a la nacionalidad dice que es: “condición y carácter peculiar de los pueblos e individuos de una nación”.
El primer concepto nos obliga a conocer qué es la independencia y para ello acudimos de nuevo al diccionario y nos lo aclara al decir que es: “Libertad, autonomía y especialmente la de un Estado que no es tributario ni depende de otro”.
Este segundo concepto nos exige averiguar qué es una nación y el diccionario nos lo descifra cuando la define como: “Conjunto de habitantes de un país regido por el mismo gobierno”.
A salvo de que me varíen o rectifiquen los significados de las palabras del diccionario, resulta que en España la Constitución reconoce la existencia de diferentes naciones con independencia política.
En consecuencia la Constitución reconoce la soberanía de las naciones que integran España. Y lo digo porque el diccionario cuando la define, nos dice que la soberanía nacional, es la que según algunas teorías de derecho político corresponde al pueblo, de quien se supone emanan todos los poderes del Estado, aunque se ejerzan por representación. Recogemos esta definición una vez más del diccionario, sin apartarnos de fuente limpia. Y lo anterior es coincidente con el art. 1.2 de la Constitución que dice que la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
En conclusión, o me cambian el diccionario o, por lo dicho, según la Constitución en España se reconoce la existencia de nacionalidades con soberanía.
