Opinión

Los jóvenes pontinos

Si en los años cincuenta fuimos capaces de habernos colado los pontinos en el baloncesto y convertir las ruinas de una estación de ferrocarril en canchas de juego, no debería extrañar que fuésemos capaces de improvisar en unos días un equipo de balonmano y presentarnos en un torneo nacional celebrado en A Coruña. En la mismísima Plaza de María Pita. Bueno, precisemos. Yo no jugaba. Era algo así como el delegado del equipo. Pero ese deporte en nuestro Puente Canedo no se practicaba. Pero no nos asustamos.

En A Coruña anunciaron a bombo y platillo un torneo nacional de exhibición de este deporte entre Cataluña y Galicia. Cuatro equipos: dos catalanes y dos gallegos. Pero a última hora, uno de los catalanes no pudo desplazarse, aunque sí lo hizo el Granollers, campeón de España que debía de participar en la primera semifinal. Lo organizaba Educación y Descanso. Y a nosotros acudió Salvador, el delegado en Orense, desesperado, porque había quedado cojo el campeonato y fallaba la primera jornada. Fue cuestión de horas. Armamos un equipo y aparecimos en María Pita a vérnoslas con el Granollers.

Era el partido de presentación del torneo. El rival del campeón de España era Orense. Y allá aparecía con una nutrida representación pontina, con figuras descollantes como “Luis de los Americanos”, que resolvía el problema inicial de ser el portero del equipo, y Milucho Añel, puntal de la zaga, fornido defensor. Y en punta, como rompedor, mi hermano Paco que tenía alguna idea de lo que era tirar a puerta.

Curiosidad, expectación. Sacamos de centro, primer ataque, y mi hermano Paco, llegados frente a la portería catalana. ensaya su tiro especial: colocarse de espaldas a la portería y lanzar sorprendentemente hacia atrás. Tan bien, que el meta del Granollers se tragó el disparo. 0-1, increíble. Tomábamos ventaja frente a los campeones de España. Claro que lo previsible vino después. Un vendaval de juego. Caían los goles en la portería de Luis. No volvimos a tirar a puerta con algún peligro. Nuestro sistema de juego: retener el balón, el juego, pasar el tiempo. Todo después de que los árbitros advirtieran a Milucho Añel una y otra vez: “Te vamos a expulsar”, porque su especialidad era lanzarse a por el que llevaba la pelota y al suelo con él.

Por fin vimos llegar el final: 36-1. Y pudo haber sido peor. Luis, el meta, me confesaba: “Tiña medo que me chegaran a dar cun balón na cara; seguro que se me dan non me coñecen na casa”. Pero por lo demás fue divertido. Un bonito fin de semana en los Cantones y en la playa de Riazor… Y en las terrazas, cuando cerraban de madrugada y aprovechábamos para sentarnos como señores…

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