Opinión

Cuestión de tiempo

La vida es tiempo y perspectiva, eso creo. Con los años, el tiempo resulta un material tan sensible como la nitroglicerina, si lo manejas mal te explota entre los dedos; por suerte, una metáfora. 

Hay días que nos da la sensación de vivir momentos a los que ya te has enfrentado, sin embargo te pillan tan a contrapié que rematan novedosos. 

Los años te hacen relativizarlo todo, tal vez la manera de evitar accidentes inesperados; ni aún así. “El hombre es el único animal que tropieza dos veces”, decía Paco Costas en aquella televisión de cartón piedra, “La segunda oportunidad” le llamaban al programa. “Niña, que se te va a caer el móvil en el retrete”. Y el móvil al retrete; hay accidentes que son inevitables. Era cuestión de tiempo. 

 Lo difícil es tener el control de los momentos, siempre hay un engranaje que no va y te descarrila el chiringuito. Pienso por un momento en la salida de un Rajoy noqueado, del restaurante refugio, la tarde de autos, la del debate de la moción de censura contra su Gobierno; era cuestión de tiempo, de ganar tiempo, para no dimitir. A veces madrugar no sirve de nada. Le pasa a tantos jubilados que se pasan la mañana desparramando el tiempo como si fuera algo líquido, que lo es. 

“Nunca es tarde para no hacer nada”, que diría el dramaturgo Jacques Prèvert.

Tiempo a destiempo. El presente no exíste, vivimos entre el pasado y el mañana, que puede ser cualquier día en forma de deseo. Deseos, los de Jeff Bezos, el de Amazon. Dicen que cuando compró The Washington Post lo que pretendía no era salvaguardar la cabecera, y hacerlo rentable, que así lo hizo; experiencia no le faltaba en las políticas draconianas de su empresa de internet. En realidad lo que buscaba era tiempo, la excusa para ponerse el smoking y dejarse ver en saraos más glamurosos. Ahora anuncia su divorcio y el culebrón de papel couché por venir. No sé si así fue como conoció a Lauren Sanchez, entre otras facetas, reportera de televisión. Era cuestión de tiempo, eso creo.

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