El cielo andaba plomizo, tonalidad envolvente que anuncia tanto como oculta. Decía un veterano en el café que la gente está harta de incertezas; cierto. En tiempos donde las tecnologías lo retienen todo en forma de datos, la confusión parece ser lo que prima. A río revuelto ganancia de pescadores, ¿pero quién pesca aquí?
De VOX lo más parecido que uno conocía eran los diccionarios de la época escolar. A fuerza de hacerles la campaña (quiero pensar que por lo novedoso) ahora los conoce todo el mundo; hasta llevar a la derecha a la vida agitada y tener que ondear ellos también las banderas al viento. Nunca se habían visto tantas rojo y gualda en un escenario electoral autonómico, y eso es muy significativo.
No llueve, sólo amenaza. E insultan, una forma de reafirmarse de manera muy básica; el insulto ha entrado en el debate político y se ha propagado el incendio como cuando abres la puerta de acceso a un edificio en llamas. Puede que lo que se haya convertido en un problema sea la política, los políticos, que no han sabido leer los tiempos e insisten en seguir creando problemas donde la peña precisa certezas.
La democracia está resquebrajada de tanto azote, cuando lo que hacia falta era diálogo y sosiego, pero quién se atreve en un mar tan embravecido, donde las estructuras de este país pierden las formas. Mientras los de Santiago Abascal ondean las banderas se agita el ideario autonomista, en unas elecciones, las andaluzas, que sí lo son. Algo semejante aconteció esta semana con Torra, que mientras las calles de Cataluña se llenaban de reivindicaciones él los acusó de falta de generosidad, de migajas, que lo importante eran otras cuestiones. En esas estamos.
A falta de líderes, toda la ideología pasa por enunciados simples para resolver cuestiones de calado, homeopatía de todo a cien para acabar con la enfermedad imparable. Todos nos hemos autoengañado alguna vez con medicamentos placebo, algunos insisten en hacer del placebo mera tautología. El cielo ya no está gris, ahora es negro. Pues eso.
