Opinión

Malos tiempos, dicen

Era sábado, pero en estos tiempos en los que vivimos apresuradamente algo tenía que ocurrir, así fue. Un 155 amenazante sobre nuestras cabezas, al que todos mentaban pero al que nadie quería recurrir, porque mentar esa cifra, que salvaguarda -dicen- la vilipendiada Constitución, en los tiempos que corren es como mentar a la bestia, al maléfico 666. 

Uno se imagina al hombre tranquilo, en la pereza que le envuelve -como a todos- un sábado de otoño, dispuesto a desatar una tormenta no deseada, menos buscada. No ha sido una decisión sencilla, ni urgente, nada en Rajoy lo es, pero seguro que tomarla, detonar el pistón que pone en marcha la maquinaria pesada del Estado, habrá sido como meter los dedos en un enchufe al despertar y esperar con estoicismo la descarga. Cataluña y ese señor Puigdemont han sido para el Presidente mucho más que una gran fijación. La actitud del hijo rebelde que una y otra vez con sus decisiones pone en brete la paciencia del progenitor, retándolo y desobedeciéndolo, sin atender a las líneas de convivencia posibles; no es que el presidente Rajoy infravalorara la capacidad -que también- del gobierno catalán en su convencimiento, incluso saltándose las normas de su propio Estatuto, para autoproclamarse nación independiente, es que Rajoy en su tesitura como padre benevolente nunca desea el mal para ese hijo que se aleja irremediablemente.

Son malos tiempos para la contemplación, más para la vida contemplativa. Cataluña es un país pequeño, que aunque desarrollado, no tendría suficiente territorio para sostenerse por sí sólo, pero en los delirios de grandeza y alarde diferenciado, lo racional y lo razonable carecen de sentido práctico. 

Lo que estamos viviendo sin querer, supera la pesadilla del padre que desea lo mejor para su familia y para su hijo, en mera pulsión de rebeldía. Apelar a la Constitución y a la Ley Fundamental en forma de artilugio numérico que haga por sí sola que las aguas vuelvan a su cauce es la ilusión de un iluso. Después de abrir la espita del secesionismo, llegados a exteriorizar sentimientos tan diferenciados y antagónicos, la vuelta al hogar será dificil.

Te puede interesar