Opinión

Qué hay de nuevo, idiota

Y Umberto Eco se soltó la melena. “Las redes sociales han generado una invasión de imbéciles que le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino”. Al italiano los idiotas -en internet- no le gustan un pelo.

Idiotas los ha habido siempre, en el bar, y fuera. Gente que por pudor mide sus palabras, y quienes a la primera de cambio desparraman todos sus argumentos cual genial botarate. El hombre es así, expresa con convicción sus argumentos, más que para apuntar razones, para afirmarse en la vida. No hace falta ser un Nobel, ni catedrático de universidad, ni siquiera erudito para expresarse, si no la comunicación estaría cercenada de raíz. Además, la sabiduría, el conocimiento, no es sinónimo de listura, ni de inteligencia, hay personas sin estudios que gozan de una inteligencia envidiable. Otros, muy formados, tan sólo demuestran sabiduría a la hora de instrumentalizar un compendio de citas entrelazadas adquiridas a lo largo de una vida, que si es longeva y la memoria retiene, puede ser inmensa. 

La crítica de Eco es más extensa. La reacción de la peña ha sido inmediata. El término idiota nos excita nada más oírlo, a más de uno le hubiera gustado sacar la pistola –en pura metáfora- y disparar al enemigo. Las redes, las mismas sobre las que apuntaba Eco, se han expresado con fuerza, dándole la razón sin dársela, o no del todo. Lo más parecido a decir, un nosotros a lo nuestro, a por los idiotas, que en internet abundan, y en la oficina, en la calle, o en el fútbol. Es cierto que se ha cambiado el régimen de las cosas, ahora todo es mucho más democrático, dicen, más políticamente correcto, menos cuando un idiota vocifera su elocuencia, o simplemente se le apladude o se le llena de loas por haber descubierto el mundo a cada instante. Las redes son todo lo que nosotros somos, ambiciosos, egoístas, avariciosos, pretenciosos, envidiosos, un espejo infinito de la realidad. Dejemos las conclusiones para los idiotas, que diría Baroja, don Pío.

Te puede interesar