Opinión

País de vivos

Hay profesiones que son un misterio, sobre todo desde la crisis. Se podría citar muchas, aquí mentaremos a artistas y científicos. 

Por científicos uno imagina a unos señores embutidos en bata con mirada absorta y encerrados en un laboratorio. Científicos dicen -INE- que son 126.633, algo que es sin duda milagroso. 

En junio de 2014, de visita al CNIC Mariano Rajoy definía allí a España y al CNIC, como “con vocación científica, como nación innovadora y como sociedad avanzada”. El discurso, ante un elenco de investigadores tan diezmados como soldados en la contienda de Stalingrado, estaba cargado de frases dopadas, “una vez estabilizada la economía de nuestro país, que va a ser pronto, la apuesta por la ciencia, la tecnología y la innovación va a ser clara”. Ni se equivocaba, ni tampoco mentía, la economía según relatan los grandes números no ha dejado de crecer. 

Es indudable -decía- “que la ciencia es un valor con un tremendo impacto social y económico, todos sentimos el 

beneficio del trabajo lento, constante y sacrificado”. Maravilloso. Nadie sabe a ciencia cierta cuántos han cruzado la fronteras estos años, algo lógico por cierto, apuntarse a programas internacionales más punteros; algunos cifran en casi 20.000 los investigadores “expatriados". Ahora contribuyen a crear patentes y proyectos de colaboración donde participan, patentes que generan riqueza y que después -es posible- que necesitemos invertir para comprarlas.  

Lo del arte aquí es una paradoja del destino. Desde que comenzó la crisis galeristas navegan sin velamen y casi sin artistas. Sólo en la ciudad de Vigo han desaparecido 13 galerías, recogían con pesar los medios, la última una enseña como Ad Hoc. En la comunidad ya no quedan coleccionistas que compren obra; sin cajas y sin museos, CGAC, en estado catatónico, MARCO, fallecido, la realidad del artista “vivo” es una entelequia. Lo paradógico es ver presumir a políticos de esos mundos tan creativos y necesarios; el futuro iluminará. De momento un oportunista y “vivo” como Santiago Sierra habla de presos políticos, yo diría más cosas. 

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