Opinión

Viva la magia

La infancia, por muy distante que esté, lo recorre todo. Estos días vuelve a nosotros; hasta sin pretenderlo. 
En medio de la noche los sueños llaman a la puerta; no te sorprendes y abres como si nada. Es ella, tu vecina de entonces, de mirada sonriente, de verbo fácil y voz melosa; quien para ti -y para todos- tenía esas formas redondeadas que apaciguaban las inseguridades de un niño. Te arropa con su mirada, te saluda como lo haría entonces y te pregunta qué tal, con las mismas maneras y la amabilidad que lo haría cuando no había nadie en casa y te recogía en la suya, y te plantaba en la mesa como si fueras uno de los suyos. 
Dicen que las noches de Reyes son mágicas, por la ilusión que despiertan en la mente de los niños, también en la de los padres. Recuerdas, cómo no, las noches en que presa de los nervios no te dejaban dormir; un duermevela infinito hasta que se abría el día, sin atreverte a levantarte de la cama, a lo sumo a ventear las ropas y mirar de reojo el haz de sombras de la habitación al trasluz de la persiana. La infancia, tu infancia, duró lo justo, a sabiendas de que la verdad que esconden los padres, siempre seguiría guardando algún detalle.
La infancia son los pilares del individuo, y aquel futbolín, aquel Exin Castillos, aquella equipación que no te enganchó ninguna afición, ni mejoró las dotes futbolísticas, los tesoros mejor guardados. Luego vinieron las colonias, los pañuelos y los calcetines, que los recogías con el mismo cariño entre algún que otro billete como olvidado. La infancia lo recorre todo, decía de inicio. Por ello no te extraña que en sueños en una noche tan especial llame a tu puerta y sea ella, tu vecina de entonces, sin extrañarte, a sabiendas que murió hace años, y te hable como si nada, y percibas los mismos olores y sientas el mismo cariño que sentirías entonces; sin dar importancia a que sus formas, su mirada y su rostro fueran idénticos al que percibías en tu infancia. Un rostro maduro, un cuerpo fuerte, pero con los destellos de un pasado aún joven. Incluso tí lo miras con regocijo, con admiración, es como si no hubiera pasado el tiempo; hasta tú aparentas muchos más años. Viva la magia, y salud.  

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