Opinión

Cuestión de puertos

La buena noticia: el Puerto de Vigo va bien (este 2018 va camino de recuperar el nivel de mercancía de los tiempos pre-crisis) y sus proyectos de ampliación parecen sólidos. Incluso contempla la unión de las muelles más allá de Rande para constituir una nueva terminal de contenedores vacíos y frigoríficos que supondría un salto, un puerto interior en San Simón. La mala: Porto Cabral parece diluirse para alegría de algunos vigueses que probablemente no han recapacitado sobre lo que se juega la Muy Leal (20 millones de visitas al año). Y sobre todo, satisfacción en ambos extremos de la Eurorregión, en A Coruña y Oporto. ¿Por qué? En el primer caso, porque la apertura del complejo de medio millón de metros, 600 millones de inversión y 3.000 empleos, supondría constituir un centro de ocio y comercial que dejaría vacías las grandes superficies coruñesas, donde ahora miles de vigueses peregrinan. En el segundo, porque abre la vía a que un complejo similar se pueda abrir en la ciudad, apuntalando definitivamente su papel como centro comercial para siete millones de habitantes. Intu, la firma promotora de Porto Cabral, ya tiene una oferta en sus manos que valorar en Oporto, que es una potencia demográfica con su área metropolitana de escala europea con 1,5 millones de vecinos. La urbe lusa ha ido ganando poco a poco espacio, en gran parte el que deja libre Galicia, en otra el que gana por sí mismo. Ha pasado con los aeropuertos, donde el Sá Carneiro ya es hegemónico cuando hace diez años estaba por debajo de los tres gallegos, y puede ocurrir en el puerto: la concentración de la gestión de las tres terminales existentes en el Duero, Viana y Leixoes en torno a éste último ha provocado una fuerte competencia con Vigo en mercancía -50.000 toneladas se cambiaron de ciudad- y en pasajeros. De Vigo depende todavía. Continuará...

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