Opinión

Palabras para Alfredo Conde

Hace 55 años salimos de nuestro instituto del Posío con un puñado de vivencias para construir futuros recuerdos. Fue un tiempo mágico, paraíso de esperanzas. Peregrinos tus compañeros, peregrino tú. El corazón al viento del mundo, clandestinidad, viajes, libros publicados, política... 1986, Premio Nacional de Literatura.

Nos juntamos para hacerte un homenaje y el tiempo, en esos 24 años, se había puesto amarillo sobre nuestras fotografías de los jardinillos de Padre Feijóo, Monterrey, el Posío.

En 1991, Premio Nadal y fuego amigo. “Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros”, decía Pio Cabanillas.
Sucedió en nuestras vidas, en tu vida, como en la mítica carrera de 400 metros lisos de la que hablaba con orgullo tu tío Daniel. Te caíste, te levantaste, y la ganaste.

Libro tras libro, zancadilla tras zancadilla, premio tras premio. Criado en el Citius, Altius, Fortius. La gloria se consigue luchando.  El cielo sobre tu cabeza y el camino bajo tus pies, tiempo y silencio.
Llega el 50 aniversario de nuestra salida del instituto y en algunas posadas hay vino para calmar tus inquietudes, para enjuagar el alma y sanar la tristeza. La independencia de pensamiento es la más noble aristocracia, piensas.

Este sábado te esperamos en el Liceo, en ese puerto de la vida que es la amistad.
Quisiera que en un nuevo tiempo pudieras decir como Vargas Llosa en el 2010: “Soy un contador de historias, había una vez un niño..." hasta que un amanecer alaricano, el protagonista de mi cuento recibió una sorpresiva llamada en la que un señor de apellido impronunciable le anunció que había recibido un premio y que tendría que ir a recibirlo a una ciudad llamada Estocolmo.

Como dirías tu, “Salutem plurimam”. Un abrazo, Alfredo.

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