Opinión

Una coronación tradicional

En un artículo del pasado mes de mayo hacíamos referencia al traspaso de poderes en el actual imperio nipón, en una ceremonia que habíamos catalogado como “ancestral”. Pues bien, ahora tenemos que hablar de la reciente coronación de Naruhito y Masako y que, cómo no, su desarrollo respondió a las costumbres tradicionales del pueblo japonés. Naruhito, ascendía al trono de manera oficial el pasado 1 de mayo tras la abdicación de su padre, Akihito.

El acto de entronización -que duró treinta minutos y del que fueron testigos como invitados nuestros reyes Felipe y Letizia- se llevó a cabo en el Salón de Estado, donde estaba situado el majestuoso trono denominado Takamikura, con ocho toneladas de peso y seis metros y medio de alto, y que se utiliza exclusivamente para este tipo de ceremonias. A diferencia de la ceremonia de mayo para singularizar el relevo, el emperador en esta ocasión sí ha estado acompañado de su esposa, Masako. Naruhito, que vistió la “yukata”, que es el ropaje tradicional japonés, inició su recorrido hacia dicho trono ancestral y unos metros por detrás, le seguía la emperatriz, también con la indumentaria tradicional y acompañada por un séquito compuesto por mujeres.

“Tennô Heika Banzai”, que significa “larga vida a su alteza imperial”, fue la expresión que pronunció tres veces el primer ministro antes de que se lanzasen las salvas de honor. Este ha sido un momento clave de la ceremonia contemplado por todos los invitados -jefes de estado y representantes de 174 países y que permanecían en una amplia sala, separada del Salón del Estado por un enorme patio-. 

La solemnidad del acto y el ancestral protocolo nipón se enfatizaron con los diez minutos de silencio y quietud que proceden antes de retirar el cortinaje del trono donde se halla Naruhito. Todo en medio de, como suele decirse, un silencio sepulcral; pero no solamente en el citado Salón de Estado, sino que se instaló en la zona donde estaban los invitados, quienes seguían la ceremonia con toda atención a través de pantallas. En el Salón también se encontraban los familiares de los nuevos emperadores y quienes emprendían una comitiva que caminaba despacio debido a los pesados ropajes que vestían.

Hay que recordar que esta monarquía hereditaria es la más antigua del mundo, pues se dice en leyendas que se remonta alrededor del 600 antes de Cristo. Esta dinastía del Crisantemo se fundamenta en tradiciones, ritos y protocolos milenarios y por ello el boato exhibido en esta ceremonia de entronización -como sucedió con la de abdicación, aunque aquí había sido más sencilla e incluso más corta- poseen rango milenario y derivan del sintoísmo, que es la religión que rige esta monarquía.

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