Opinión

El coche oficial

Nuestro alcalde capitalino quiere emular al presidente de la Comunidad Autónoma de Cantabria y anuncia que va a utilizar transporte público en sus desplazamientos “oficiales”… Así, a priori, la noticia causa un impacto social. ¡Qué bien!, es una medida para optimizar los gastos del erario y la misma supondrá un ahorro -afirman que sobre veinte mil euros anuales-. Además, afirmó el rector municipal que contarán con el gremio de taxistas para la utilización de su flota de vehículos en aquellos desplazamientos que precise la Corporación.

Todo eso está muy bien. Queda como muy “aseado” ante la ciudadanía. Porque está bien que un político se comprometa a optimizar los recursos públicos y a ahorrar en aquellas partidas que estimen son accesorias o cuya dotación no requiere tantos fondos. Lo que pasa es que bajo nuestro punto de vista se plantea una disyuntiva y la misma se refiere a si un alcalde debe o no de disponer de un coche “oficial” para sus desplazamientos. Y sobre todo, la cuestión radica en el uso o abuso del vehículo en cuestión.

Un coche oficial no deja de ser un “automóvil de representación” y esta cualidad le confiere el carácter del uso del mismo -que no “abuso” como antes comentamos-. Y un alcalde que ostenta, por ley, la representación de su Ayuntamiento, tiene que hacerlo con dignidad. Y así como cuando toma posesión se le entregan los “atributos” específicos del cargo, que son la medalla, insignia y el bastón de mando, el titular de la Corporación Municipal desde ese momento asume una nueva responsabilidad ante los ciudadanos que le han votado y tiene la obligación de ejercer estas funciones respondiendo a unos principios de transparencia, honestidad y dignidad. 

Dicho esto, ponemos de manifiesto que el uso del coche oficial no tiene por qué implicar algo escabroso. Hasta ahora a nadie le ha molestado, porque de hecho la mayoría de los altos cargos hacen uso del mismo; pero insistiendo, siempre buen uso, como por ejemplo para cuando la autoridad tiene que desplazarse hasta algún lugar para asistir a algún acto oficial o institucional. Y tampoco es necesario que sea un vehículo de lujo. El que tenían hasta ahora era de la época de la alcaldía de Cabezas.

Nos parece bien que los dirigentes de un gobierno municipal presenten un nuevo enfoque de movilidad y que anuncien el uso del taxi para “desplazamiento por la ciudad”, pero el rector municipal acudirá en más de una ocasión a algún evento en función de la categoría de su rango y se verá obligado a trasladarse en coche y, en este caso, a nadie le parecerá mal que lo haga en el vehículo oficial. Es cuestión de imagen.

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