Opinión

La incongruencia del político

España tiene una monarquía parlamentaria como forma política, tal como se consagra en el artículo 1 punto 3 de nuestra Carta Magna. Dicho esto, sigue siendo una manifiesta incongruencia que determinados políticos, con escaño en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo, aseveren que no tienen rey… Pues en coherencia con su argumento, lo lógico es que dejen el sitial que ocupen y se vayan a su casa.

Esto se ha vuelto a poner de relieve esta semana con ocasión de la sesión solemne de inicio de la nueva legislatura que presidió Felipe VI, quien acudió en compañía de la reina y de sus hijas. La familia real al completo. Y por cierto, el monarca aseguró que estaba en el Congreso "por respeto a los que encarnan el poder legislativo", aunque visto lo visto, lo de encarnar ese poder debería precisarse.

El caso es que de un tiempo a esta parte, cada vez que se celebra alguna sesión en esta cámara, de las que se califican de “solemnes” como la de investidura o constitución, se producen y, mejor dicho, se reproducen escenas nada edificantes, dado que se acaba cuestionando la representación institucional. Digamos que las buenas maneras o la cortesía parlamentaria ha pasado a mejor vida y ahora sólo privan los postureos políticos cuya finalidad no es otra que buscar el impacto mediático.

Y si hablamos de incongruencia es porque en esta sesión conjunta del Congreso y del Senado que presidió nuestro soberano, se ha verificado un cambio de cromos. En la última comparecencia del rey en este mismo espacio cameral, los representantes de Unidas Podemos obviaron el aplauso de cortesía y permanecieron estáticos. Pues bien, cómo transforma la erótica del poder que en esta ocasión los ministros pertenecientes a esta formación política, sí prorrumpieron en aplausos -tampoco es que lo hicieran efusivamente-, aunque no pasó lo mismo con los diputados de este partido cuya práctica mayoría declinó hacerlo. Y es que hubiese quedado una foto muy fea ver al gabinete coaligado de Pedro Sánchez aplaudiendo fragmentado. Pero claro, les va en el sueldo. Algo similar, que también lo comentamos, cuando estos ministros tomaron posesión y lo hicieron respetando el texto oficial que tiene que leer para asumir el cargo y evitaron “improvisar” como hicieron en el Congreso.

Está visto que el poder transforma al más díscolo. Ya lo hemos dicho en más de una ocasión. Los representantes públicos están obligados a observar las normas que regulan los distintos estamentos institucionales, dado que esas mismas normas son las que les permiten asumir funciones dentro del organigrama del Estado. Y en puro ejercicio congruente, hay que asumir estas responsabilidades, porque, de lo contrario, sería un acto de hipocresía y que últimamente estamos constatando.

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