Opinión

Insultos naturales

Hay que ver qué ocurrentes son nuestros políticos. Y no nos estamos refiriendo a alguna de sus decisiones en el ejercicio de su actividad, y que muchas veces son erráticas y estrambóticas. También sus ocurrencias son producto de sus pensamientos y cada vez que hablan públicamente, parece que sientan cátedra. La cuestión es que cada vez que vayan a abrir la boca, deberían asumir la frase aristotélica: “El sabio no dice todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice".

La nueva polémica ha sido servida, una vez más, por el “top ten” de los dimes y diretes, el líder podemita y vicepresidente segundo Pablo Iglesias, quien en una reciente comparecencia pública justificaba, además en un espacio institucional como es la sede del Gobierno, los "insultos" y las "críticas" a los medios de comunicación, subrayando que en las democracias avanzadas hay que "naturalizar" que “cualquiera que tenga presencia pública o responsabilidades en una empresa de comunicación o en política, están sometidos tanto a la crítica como al insulto en las redes sociales". Y luego matizó: "Todos los poderes son objeto de crítica, el poder mediático también" y que "otra cosa es la crítica, que al poder mediático es tan legítima como la del poder político". 

Dicho de otra forma, licencia para insultar. Cómo cambia la percepción de las cosas según estés de uno o de otro lado. Porque no es lo mismo soltar chácharas como líder de un partido de la oposición que hacerlo desde la palestra de la Moncloa investido con la aureola del poder fáctico, al margen de cómo haya llegado a esa alta representación del Estado.

Además, dos compañeras de Gobierno, que no del partido, salieron al paso para matizar sus manifestaciones. La ministra de Defensa, Margarita Robles, afirmó que no compartía que se justifiquen los insultos considerando que "no son aceptables ni en las redes sociales, ni en ningún otro sitio” y añadió que “hay que construir una sociedad basada en el respeto, la tolerancia y en tender puentes” precisando que “el insulto no puede ser tolerado, aunque la crítica es muy sana. Los medios son el oxígeno de la democracia y no comparto las críticas ni las descalificaciones que puedan hacerse”.

Y por su parte la ministra portavoz, María Jesús Montero, pedía no incurrir en el insulto y la amenaza a los periodistas y apostaba por “imponer el criterio de la razón como las personas civilizadas” y agregó que “algunas veces la forma de expresarnos puede poner el acento en una cosa u otra” y defendió “la labor imprescindible” de los periodistas para una sociedad democrática. 
Qué importante sería que los políticos fuesen a cursos de comunicación para saber cómo hablar en público manteniendo su estatus como tales representantes públicos. Y recordemos que el político, como el pez, muere por la boca.

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