Opinión

Mensajes a flor de piel

Una de las consecuencias de la pandemia covid es que la sociedad se ha visto obligada a cambiar sus hábitos sociales, entre ellos el uso obligatorio de las mascarillas protectoras, lo que, como comentábamos en otro artículo, ha puesto el valor el lenguaje de la mirada, dado que el resto de nuestra cara permanece oculta y no podemos expresar con ella ningún gesto de comunicación.

Sin embargo, esa mascarilla se ha convertido en un exponente de información, dado que muchas personas optan por usar estas protecciones “tuneadas” y se implantó la moda de añadir símbolos a las mismas. Lo que sucede es que, en muchas ocasiones, algunas se parecen más a un anuncio por el mensaje que incorporan. De seguir así, se implantarán las mascarillas esponsorizadas.

El hecho es que cuando esta máscara es utilizada por políticos, la misma exterioriza su cultura ideológica, pues suele siempre expresar un mensaje a flor de piel que corresponde a su ideario. Un ejemplo reciente han sido los actos conmemorativos del 12 de octubre celebrados en el Palacio Real, donde vimos todo tipo de complementos, unos con más mensaje que otros.

Así, por ejemplo, todas las miradas estaban puestas en el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, quien portaba una mascarilla de color verde agua con el logotipo de la marca 198, una referencia republicana, e incluyendo un mensaje en defensa de la sanidad pública. No es la primera vez que lo hace pues en el Senado ha llevado esta misma mascarilla.

En ese mismo acto, otros dirigentes políticos llevaban estos accesorios acordes con su estilismo institucional. Pedro Sánchez y Pablo Casado, color negro con la bandera de España; la vicepresidenta del Gobierno, tono amarillo con escudo de España; el alcalde de Madrid, color azul con bandera española; la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, sencillamente blanca; la presidenta de Navarra, con el escudo de esta autonomía. No obstante, han predominado las mascarillas quirúrgicas -los Reyes las llevaban y la mayoría de los ministros, incluso el otro ministro podemita, Garzón-.

En consecuencia, el uso cotidiano de las mascarillas -que se va a prolongar- empezó exclusivamente como tal elemento protector de nuestra salud, pero poco a poco surgieron diseños, tendencias y modas, se personalizaron y adquirieron su valor como generadores de mensajes y a veces se asemejan a pequeños escaparates que nos solapan parcialmente la cara, pues en ocasiones predomina la publicidad.

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