Opinión

Nuevos Parlamentos

Galicia y País Vasco han constituido sus respectivos parlamentos autonómicos. Hasta aquí ambas noticias coinciden, pero donde no lo han hecho ha sido en la forma de asumir sus funciones, pues los vascos lo hicieron sin acatar la Constitución ni ninguna otra invocación reglamentaria y como único trámite protocolario ha sido acceder al escaño previa convocatoria de su nombre, sin más parafernalias.

Cosa distinta acaeció en el Pazo do Hórreo, donde los diputados cumplieron -eso sí, cada uno a su manera-, con el procedimiento de jurar o prometer el cargo e incluso alguno lo hizo con ambas opciones, como le sucedió al nuevamente reelegido presidente de la Cámara autonómica, el ourensano Miguel Angel Santalices, quien en primera instancia prometió su cargo y a continuación corrigió para jurarlo.

El titular de la Xunta optó por la promesa, que también utilizaron la mayoría de los diputados, aunque los nacionalistas, fieles a sus convicciones, hicieron uso de sus “recursos habituales” para justificar el “imperativo legal”, añadiendo en esta ocasión "me comprometo a ser fiel a Galicia y a defender los derechos nacionales y sociales de las gallegas y los gallegos y su libertad". Y como complemento, el ya tradicional ejemplar de Castelao “Sempre en Galicia” que es como su catecismo de cabecera, y también la aportación de un clavel por parte de los representantes del BNG y la rosa por los diputados socialistas.

Resulta incongruente que se constituya una Cámara autonómica sin asumir los preceptos legales que la han creado, como son los contenidos en la Carta Magna que contempla la organización territorial del Estado y la conformación de su autogobierno con arreglo a sus respectivos estatutos como norma institucional básica de cada comunidad autónoma e integrados en su ordenamiento jurídico. Lo que pasa es que de un tiempo a esta parte, hay algunos gobiernos autonómicos que se olvidan que forman parte del sistema de poder y se olvidan de que funcionan porque la Constitución los reconoce.

Por lo demás, la constitución de ambas instituciones estuvo caracterizada por la nueva imagen a que obligan las medidas preventivas del covid-19: restricciones de saludos nada efusivos, tribuna sin público (los privilegiados estaban siguiendo el proceso en salas auxiliares), botes de gel hidroalcohólico, mascarillas, desinfección por parte del personal de limpieza de la Cámara… y la separación de los escaños mediante unas mamparas transparentes que no dejan de ser una barrera a la hora de condicionar la comunicación entre los parlamentarios.

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