Opinión

Pompa y boato

Con toda pompa y boato han concluido las exequias de Isabel II. Se comenta que se han dedicado demasiado dinero para hacer frente a tanta parafernalia sin regatear fondos y, mientras tanto, los ciudadanos respondiendo masivamente a la celebración de esta despedida de su majestad la reina Isabel II.

Hay que reconocer que el despliegue de semejante parafernalia sólo tiene el honor de protagonizarlo la Casa Real de los Windsor. Todavía estaba reciente la fecha del 2 de junio, en que tuvo lugar la celebración pública en el Palacio de Buckingham del cumpleaños de la reina. Este último acto se celebra desde hace más de 260 años y en él los británicos celebran el aniversario oficial de su soberana.

Realmente, la Casa Real británica sabe hacer las cosas y el pueblo lo reconoce. Algo que jamás vamos a vivir en nuestro país, donde una parte de la clase política no comparte estas alegrías de la Familia Real española. Basta recordar, una vez más, la presencia del padre de nuestro rey cuando anunció que iba a asistir al funeral de la reina. Que si debía o no acudir, cuando lo hizo por su cuenta, sin que fuese a costa de la Casa Real.

La cuestión es que el nuevo rey, Carlos III, recibió a más de 500 jefes de Estado, que se dice pronto. Ha sido un acto de puro marketing con motivo de la celebración de ese magno funeral. Hay que recordar las palabras del nuevo rey con la muerte de su madre: “Sé que su muerte será muy sentida en todo el país, las monarquías y toda la Commonwealth, y por incontables personas alrededor del mundo”, y añadió “por la conciencia del respeto y el profundo cariño con el que la Reina será recordada”.

Pues la respuesta de ese cariño ha quedado constatada. Los últimos días hemos asistido a un amplio despliegue de medios de comunicación que dieron fe de todo lo que concierne a la Casa Real británica. Todo lo demás quedaba eclipsado.

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