Opinión

Proteger los símbolos

Montenegro es un pequeño país de unos 620.000 habitantes y que se independizó en el 2006 cuando se separó del estado común que formaba con Serbia desde que se produjo la desintegración de la antigua federación yugoslava. Montenegro aprobó unos nuevos símbolos estatales para reemplazar a los yugoslavos: bandera con fondo de color rojo y el escudo de la dinastía montenegrina de los Petrovic -que rigió hasta 1918, cuando se constituyó el primer Estado yugoslavo-.

Pues bien, este pequeño Estado, que cuenta con unos cuantos más habitantes que Cantabria, se muestra tremendamente celoso en cuanto al respeto que hay que profesar a sus símbolos, la bandera y el himno. Y prueba de ello es que el Parlamento montenegrino aprobó castigar con multas de hasta 20.000 euros la falta de respeto al escudo, la bandera y el himno nacional o usarlos de forma que atente contra la dignidad de la pequeña república balcánica. Esta sanción se aplicará a personas jurídicas que utilicen los símbolos nacionales “de forma que dañe la moral, el renombre y la dignidad del Estado”. También se aplicará contra quien “haga cambios en el escudo o la bandera o si esta se utiliza como alfombra o cortina” y lo mismo será multado quien realice “cambios en el texto o la melodía del himno o lo interprete de manera y en las circunstancias que ofenden la dignidad de Montenegro”. En una primera redacción de le enmienda a la Ley, se incluía asimismo una sanción contra quienes no se levantasen cuando sonara el himno, aunque finalmente no se incorporó al texto. Y es que aún hay ciudadanos montenegrinos que se considera serbios y suelen permanecer sentados cuando se interpreta el himno del país…

La cuestión es qué pasaría si trasladamos esta disposición legislativa al contexto español, donde una y otra vez asistimos a ultrajes contra nuestros símbolos consagrados en la Constitución, sea el himno nacional o nuestra bandera, la del Estado, la de todos. Aun así, cuando se sanciona alguna irregularidad o incumplimiento de la Ley, pues parece que la cosa se diluye como el cacao instantáneo en la leche. Aquí está instalado un oprobio nacional contra nuestros símbolos y siempre suele ser protagonizado por los mismos elementos desestabilizadores. Todavía es reciente la imagen del balcón del Ayuntamiento de Pamplona donde varios políticos separatistas porfiaban por el “privilegio” de colgar una ikurriña -que no es la enseña de Navarra- aunque para ello se empujasen o tirasen de los pelos.

Y por este motivo hoy hemos querido traer a colación esta referencia montenegrina. Para ver si nos impregnamos un poco del sentido chauvinista de Estado del que hacen gala algunos países y que además como en el caso de esta República, sin por supuesto tanta historia como el nuestro y donde, además, no hace mucho incluso conmemorábamos el 175 aniversario de nuestra enseña nacional.

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