Opinión

Sonrisa y amabilidad

Qué poco cuesta ser amable y sonreír. Cuántas puertas se abren solamente con un sonrisa y comportándose afablemente. Pero, lamentablemente, qué poco se practica para las muchas veces que se hace necesario actuar de esa manera tan sociable.

Este ejercicio de sociabilidad es todavía mucho más importante en aquellas personas cuya actividad profesional se lleva a cabo de cara al público. Y ya sabemos también que, en muchas ocasiones, ese público tampoco se comporta educadamente, lo que obliga a aquéllas a actuar con mucho más tacto y haciendo gala de esa gran amabilidad y esa enorme sonrisa que hay que esgrimir en tales circunstancias.

Y si existe un ámbito, además, donde esa amabilidad tiene que darse por doquier es en el sanitario. Porque en este caso se trata de relacionarse con un público muy especial, y estamos hablando de pacientes. En cualquier centro de atención primaria u hospitalario, las personas que acuden a él lo hacen por cuestiones de salud, por lo que por lo general tienen una sensibilidad especial. Por ello, la relación entre ese paciente y el profesional que le atiende, sea éste facultativo o no, ha de producirse dentro de un clima de afabilidad y muchas veces de comprensión.

Es obvio que estamos refiriéndonos a un tipo de relación de ida y vuelta y que lógicamente ese buen ambiente tiene que darse por ambas partes, esto es, el profesional que lo trata y el paciente que es tratado, y éste jamás tampoco debe comportarse de forma poco correcta, aunque es posible que haya veces que las circunstancias favorezcan un ambiente poco grato. Ya hemos dicho muchas veces que una buena educación es la mejor tarjeta de presentación. Tiene que haber una reciprocidad, no obstante, como indicamos, en el tema sanitario se espera de sus profesionales la mejor atención y muchas dosis de afabilidad.

Como reza en algunas pegatinas que pueden verse en estas instalaciones: “Eu apuntome o bó trato. O bo trato é o mellor tratamento”.

Y así debe ser. Por eso, una sonrisa y un poco de amabilidad resulta la mejor fórmula a aplicar en la atención al público y todavía más en la sanidad, y en especial en algunas áreas o servicios con pacientes con una tipología mucho más sensible. Eso, seguro, lo tienen presente quienes tratan con ellos. Porque un paciente es más que un número de historia clínica.

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