Opinión

Un belén por Navidad

Estas fechas tan entrañables y familiares son las más propicias para poner de manifiesto nuestro espíritu navideño. Y no estamos hablando exclusivamente de participar en cuantas citas aparecen en nuestra agenda-comidas o cenas, fiestas, compras, paseos para ver la decoración de calles y plazas… - sino de implicarnos intrínsecamente en el significado de la Navidad. Y el mejor exponente son los belenes. Y no vamos a referirnos al polémico belén que ha instalado el Concello en la plaza Obispo Cesáreo y que en lugar de sugerir un culto a estas fechas, se ha convertido en un culto a los iconoclastas.

Pero lo mejor es pasarse por el Obispado de Ourense para contemplar la tradicional exposición de “Belenes del Mundo” a iniciativa de la delegación diocesana de Misiones y donde cada belén “representa un misionero, un pueblo y una cultura de algún rincón del mundo” y donde cada uno está elaborado con material propio de cada país “trabajado minuciosamente con las manos de los indígenas, artesanía pura y materiales sencillos pero nobles, con los que se forjan estas pequeñas obras de arte: piedra, metal madera, papel, paja...”.

En esta misma exposición se incluyen textos de la carta del papa Francisco. “El hermoso signo del pesebre” sobre el significado y valor del belén. “Con esta Carta-escribe el pontífice- quisiera alentar la hermosa tradición de nuestras familias que preparan el belén, como también la costumbre de ponerlo en los lugares de trabajo, en las escuelas, en los hospitales, en las cárceles, en las plazas... Es realmente un ejercicio de fantasía creativa, que utiliza los materiales más dispares para crear pequeñas obras maestras llenas de belleza. Se aprende desde niños: cuando papá y mamá, junto a los abuelos, transmiten esta alegre tradición, que contiene en sí una rica espiritualidad popular. Espero que esta práctica nunca se debilite; es más, confío en que, allí donde hubiera caído en desuso, sea descubierta de nuevo y revitalizada”.

Continúa explicando que la preparación del pesebre en nuestras casas nos ayuda a revivir la historia que ocurrió en Belén, añadiendo “cuánta emoción debería acompañarnos mientras colocamos en el belén las montañas, los riachuelos, las ovejas y los pastores” y también subraya que “no es importante cómo se prepara el pesebre, puede ser siempre igual o modificarse cada año; lo que cuenta es que este hable a nuestra vida”.

El rito de instalar un belén en el seno de la familia, ciertamente, es una costumbre que permite reunir a sus miembros mientras se va construyendo al mismo tiempo que nos empapamos de ese espíritu navideño al que hacíamos referencia al principio. No se queda solamente en la propia arquitectura de esta representación y que, parafraseando al papa Francisco, “el belén es como un Evangelio vivo, que surge de las páginas de la Sagrada Escritura”.

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