Los Verdes es un partido intervencionista en materia ambiental, y sus pulsiones deberán verse refrenadas por sus socios de coalición, pero es también una formación política más abierta que las del establishment en cuanto a los derechos y libertades personales, por ejemplo en lo relacionado con la urgente normalización legal de las drogas. El liberal Freie Demokratische Partei (FDP) es un factor de esperanza para Alemania y para Europa. Al ser imprescindible en prácticamente cualquier escenario de gobierno, todo parece indicar que el líder de esta formación, Christian Lindner, se hará con la potentísima cartera de Finanzas. Es magnífico que el FDP haya sido la fuerza más votada por los jóvenes. Es el anticipo de un futuro mejor. Mientras gran parte de los jóvenes españoles o griegos sueñan con ser funcionarios y aspiran a que el Estado organice sus vidas y les dé las cosas hechas, los jóvenes alemanes quieren emprender, prosperar mediante sus propios proyectos, comerciar, trabajar en un mercado abierto, ser autónomos, ser libres. Mientras gran parte de los jóvenes húngaros o polacos han sucumbido a los cantos de sirena de los embajadores del anteayer, y se han tragado el engaño deplorable de que su futuro radica en reeditar el pasado remoto, un rancio pasado de patrias y jerarquías, de moralismo y tabúes, los jóvenes alemanes han rechazado masivamente el Leviatán de la derecha igual que el de la izquierda, comprendiendo que apenas son las dos estéticas de un mismo enemigo.
El FDP y sus jóvenes, organizados en la entidad Junge Liberale (JuLi), son en estos momentos el gran muro de contención frente a los bárbaros que acechan las instituciones de la Ilustración liberal en toda Europa. Alemania es la locomotora económica y el país con mayor peso en la Europa políticamente organizada, y más aún tras la salida del Reino Unido. Es fundamental que Alemania sea dura e impida las veleidades populistas de uno y otro signo en el conjunto del continente. Igual que la posición dura de Merkel dio al traste con el proyecto de la extrema izquierda griega encabezada por Alexis Tsipras, hoy Berlín debe poner en su sitio al gobierno español, que se ha escorado peligrosamente hacia el intervencionismo económico, y a los de Polonia y Hungría que han reventado las costuras del marco europeo de valores básicos, así como de la separación de poderes y la independencia judicial.
Europa está de enhorabuena porque por fin parece que hay vida en los segmentos no extremistas, no populistas, de la población y de la política. Y porque, en el motor más influyente de nuestra familia de países, las ideas liberales van a contar, y mucho, en los próximos años. Como libertario desearía ir mucho más allá, pero el contexto europeo actual hace urgente detenernos primero a frenar a quienes intentan quitarnos incluso las conquistas personales e institucionales del liberalismo clásico. Así que felicidades al FDP y que acierte en las arduas negociaciones que tiene por delante.