Opinión

Doble cordón sanitario ya

Esta semana, a cuenta del Día Internacional de la Mujer, hemos asistido al enésimo conflicto entre el PSOE y sus socios de extrema izquierda. Eso le pasa al PSOE por gobernar con la extrema izquierda, y cosas parecidas le pasan al PP por gobernar con la extrema derecha en Castilla y León, y pueden pasarle a niven general si decide apoyarse en Vox para conquistar La Moncloa. Tanto el PSOE como el PP están dispuestos a jugar con fuego haciendo pactos cuestionables con extremistas peligrosamente alejados del marco que los politólogos denominan “democracia liberal”. Tiene un pie fuera de ésta, o pie y medio. Algunos personajes, como Ione Belarra o Jorge Buxadé, los dos pies. Esta nueva derecha radical y esta nueva izquierda radical ponen de manifiesto la paradoja que Karl Popper expresó en “La sociedad abierta y sus enemigos”. Emplean las instituciones de la democracia liberal para acabar con ella. Ante esta realidad, debemos ser beligerantes en la articulación de cordones sanitarios que frustren sin contemplaciones su estrategia. A los populistas, ni agua. En los años ochenta hizo fortuna en la política europea e internacional una palabra italiana, pentapartito. Ante el peligro de involución del marco de libertades que suponía el crecimiento del Partido Comunista Italiano (PCI), fueron necesarias coaliciones de hasta cinco partidos políticos para alcanzar la mayoría parlamentaria. No fue un camino de rosas. Las tiranteces entre los diversos socios fueron moneda corriente. Los gobiernos fueron a veces disfuncionales o efímeros. Pero se conjuró el peligro: el PCI nunca llegó al poder. Cuánto se echa en falta hoy un sentido común similar, no especialmente en Italia sino en todo Occidente, ante la doble amenaza, gravísima, de la izquierda radical y de la derecha radical. Esa amenaza debe conjurarse. Los cordones sanitarios son cuestión de supervivencia. Deben establecerse mediante el acuerdo entre todas las fuerzas de la democracia liberal, porque la otra opción es hacerlo por ley, y eso debemos evitarlo para no darles munición. Además, las prohibiciones formales y nominales del Partido Comunista, Nacional-Socialista o Fascista en varios países europeos no han servido para contener los repuntes actualizados de esas ideologías.

La irresponsabilidad de Pedro Sánchez y de Alfonso Fernández Mañueco al incluir en el gobierno a Podemos y Vox debe pasarles factura. Esas dos coaliciones son prácticamente inéditas en Europa y han sido objeto de fuertes reproches en la Unión Europea. Son deplorables y provocan escalofríos. La izquierda y la derecha extremas intentan acabar con el marco estándar de gobernanza para caminar hacia un Estado autoritario donde la economía y la cultura estén dominadas por el aparato de contol social. Ambas tienen amistades nacionales e internacionales cuestionables. Ambas parecen recibir financiación inconfesable de regímenes antioccidentales. Ambas persiguen más Estado y menos libertad. Ambas deben ser vencidas en las urnas y derrotadas después en los parlamentos al confinarlas al ostracismo. No se puede gobernar con ellas. Es necesaria la firma de pactos claros y públicos que comprometan a los candidatos, programas y formaciones de todo el mainstream de la democracia liberal, de manera que garanticen que siempre van a acabar articulando entre ellos cualquier tipo de “gran coalición”, pacto de investidura o de legislatura, coaliciones con partidos menores no extremistas, gobierno en minoría (sea o no de la lista más votada), o cualquier otra fórmula que produzca el resultado prioritario -absolutamente prioritario- de excluir tanto a los nuevos falangistas como a los nuevos bolcheviques. Y por otra parte, en estos tiempos en que tanto se necesitan los cordones sanitarios, se echa también en falta, en algunos países, la presencia de partidos intermedios en las instituciones. Qué inmenso error es tratar de fagocitarlos impidiendo la presencia de socios intermedios con los que pactar. En España ha sido trágica la virtual eliminación de ese tipo de formaciones, una y otra vez, sin pensar en las necesidades del día siguiente a las elecciones.

La extrema izquierda y la extrema derecha son primas y socias involuntarias. Se necesitan y se retroalimentan. Se observa en algunos países europeos cómo la izquierda radical ya estaba de capa caída pero el temor cerval de mucha gente a la nueva derecha radical la está ayudando a repuntar. En España, la política errática de Vox, su descenso visible hacia posiciones cada día más falangistas, sus mociones de censura ridículas por carecer de los votos necesarios, son líneas de actuación que benefician en primera instancia a Sánchez, pero que también tienen el efecto de movilizar a la extrema izquierda frenando su desgaste o incluso revirtiéndolo. Se estará frotando las manos la izquierda, y puede estar tranquila mientras predomine en la derecha esta facción tan sectaria en las ideas como torpe en su ejecutoria, a veces hasta extremos de auténtico disparate. El doble cordón sanitario es una exigencia ética. Sólo esa doble línea de defensa nos separa del abismo. 

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