Opinión

Intentona golpista en Alemania

Este miércoles conocimos una noticia muy preocupante. Las fuerzas policiales alemanas habían detenido a veinticinco personas y estaban buscando a una cantidad aún mayor por organizar nada menos que un intento de golpe de Estado en ese país. Hace poco más de un año, el 12 de noviembre de 2021, publiqué en La Región un artículo sobre la intentona parecida, igualmente desarticulada, que llevó a cabo en Francia el ultraderechista Rémy Daillet-Wiedemann. Como en el caso francés, también en el alemán es crucial el componente conspiranoico. Por lo que se sabe hasta ahora, los instigadores responden en ambos países al mismo perfil: ultras neofascistas muy conectados con organizaciones conspiracionistas globales y especialmente con la estadounidense Q-Anon. En Alemania, como en Francia, el tumor ya se había reproducido por todo el país. Hasta el miércoles, la policía alemana había tenido que actuar en once de los dieciséis länder. Entre los detenidos hay principalmente alemanes pero también un ciudadano ruso, lo que podría indicar una conexión con la potentísima ultraderecha de ese país, vinculada a una de las formaciones con representación parlamentaria y a una parte de la oligarquía próxima a Putin. Como en Francia, en Alemania los registros y redadas se han desarrollado en más de un centenar de inmuebles. Es decir, no estamos ante extremistas amateurs sino ante bandas enormes, muy organizadas, bien financiadas y, como se vio en Francia, capaces de entrenar y armar milicias. Si en el país vecino el objetivo era capturar o matar al presidente Macron, en Alemania todo parece indicar hasta ahora que se pretendía tomar el poder e instaurar un régimen autoritario. Los cabecillas, conocidos como Príncipe Heinrich XIII (que era el destinado a encabezar el nuevo gobierno de facto) y Rüdiger, han pasado a disposición judicial mientras se intenta localizar a decenas de prófugos pertenecientes a la misma agrupación de “reichsburgers” (ciudadanos del Reich).

Cuanto más alocadas e inverosímiles son las teorías conspirativas que utilizan los golpistas para captar y retener seguidores, empleando probablemente técnicas de manipulación emocional similares a las de las sectas psicodestructivas, más contrastan con la profesionalidad de la gestión de estas organizaciones y con su músculo financiero. Cuanto más estúpidos y abigarrados son los atuendos (recordemos a Jake Angeli, el Chamán de Q-Anon que se paseó por el Capitolio vestido de bisonte y hoy se pasea por una celda federal vestido de naranja), más serio, preciso y calculado es, en cambio, todo lo que hay en la trastienda. La imagen casi infantil que estas tramas delictivas proyectan hacia fuera no es casual, y la maquinaria que hay detrás es un enemigo peligroso e insurrecto que busca socavar el orden institucional y sustituirlo por la fuerza.

Parece evidente que el delirio populista es una herramienta empleada para aglutinar a las bases, pero más arriba hay toda una trama internacional orientada a desestabilizar las democracias liberales de Occidente, probablemente a beneficio de nuestros enemigos geopolíticos. La secuencia no se inició en noviembre de 2021 en París, sino once meses antes, el 6 de enero, con el asalto al Capitolio. Es decir, algo se está moviendo en la extrema derecha global. El siguiente país puede ser cualquiera, España incluida. No olvidemos que el 23-F vacunó en cierta medida, pero apenas tres años más tarde el CESID de entonces ya desarticuló una trama golpista en la que apareció como presunto autor intelectual el militar Carlos de Meer, padre de la actual diputada de Vox Rocío de Meer, por haber recabado presuntamente fondos del dictador libio Muamar el-Gadafi para la operación. No sorprende que en la intentona alemana aparezca una ex parlamentaria del partido ultra alemán Alternative für Deutschland (AfD), Birgit Malsack-Winkemann, propietaria al parecer de algunos de los inmuebles utilizados por la trama. Hay que recordar que dirigentes de Vox, incluido Santiago Abascal, se han reunido repetidamente con AfD y en especial con su anterior líder Frauke Petry. AfD pertenece al grupo parlamentario europeo liderado por Rassemblement National (el partido que lideró hasta hace poco Marine Le Pen) y por la Lega del actual vicepremier italiano Matteo Salvini. Jorge Buxadé ha realizado grandes esfuerzos para lograr la fusión o coordinación de ese grupo, Identity, con el que integra Vox, ECR, presidido por Giorgia Meloni. Esos esfuerzos se truncaron en enero de este año con el fracaso de la “cumbre de patriotas” que Buxadé organizó en Madrid, en la que no se logró el acuerdo por la conexión rusa de Identity, rechazada por el partido polaco PiS, que es el mayoritario en el grupo ECR. Sin ese escollo, ambos grupos habrían podido conformar el tercero de la eurocámara por número de escaños.

Es necesario que la investigación policial no se limite a Alemania. Es imperativo conocer las conexiones internacionales y cortar los diversos cuellos de la hidra. Estamos de vuelta en los años veinte-treinta del siglo pasado.

Te puede interesar