Opinión

No riñan, por favor

Una de las cosas que más me sorprende de la política española es la costumbre de algunos de sus dirigentes de explicar sus posiciones riñendo.

Pablo Iglesias, Albert Rivera, Irene Montero, Inés Arrimadas (¡quién la ha visto y quién la ve!) Adriana Lastra, o Cayetana Álvarez de Toledo, hablan riñendo. Y una cosa es que los políticos riñan a sus oponentes (que tampoco) y otra que hablen como maestrillos enfadados. No sé que pensarán ustedes pero en mi opinión la política se está convirtiendo en un espacio antipático donde ya digo que algunos líderes cada vez que abren la boca nos riñen como si fuéramos alumnos poco atentos y nada listos.

Eso sí, hay que reconocer que algunos políticos cuando no riñen ganan mucho. Por ejemplo en la última campaña electoral en uno de los debates televisivos Pablo Iglesias fue el triunfador del debate porque optó por un perfil amable e institucional.

Analicemos cómo se las gastan los que más riñen. Por ejemplo Albert Rivera. El líder naranja venía a regenerar la política pero la política ha podido con él. Su formación empezó siendo socialdemócrata para pasar al liberalismo y ahora quiere ocupar el espacio del PP. Y todo eso sin despeinarse. A Rivera se le ha ido agriando el gesto y cuando habla lo hace con tal suficiencia que resulta antipático. En eso le pasa lo que a Pablo Iglesias, tanta suficiencia les pierde.

Claro que puestos a regañar ahí está Adriana Lastra que suele impostar la voz para dar importancia a lo que dice y que desprecia todo lo que no comprende y a todos los que no piensan como ella. No es que diga mucho cuando dice algo pero lo que dice lo hace con un tono de enfado que parece que ha pillado en falta no a sus oponentes políticos sino de paso a los sufridos ciudadanos. Irene Montero tampoco se queda corta a la hora de regañar. Es subirse a la tribuna del Congreso y "zasca".

En cuanto a Inés Arrimadas que concitaba muchísimas simpatías cuando era la líder de Ciudadanos en Cataluña, ha sido venir a Madrid y adoptar el papel de regañona que la hace, al igual que a su jefe, cada día más antipática.

En cuanto a Cayetana Álvarez de Toledo, es evidente que es una mujer inteligente con una cabeza política bien amueblada, pero su tendencia a hablar riñendo con aires de superioridad resulta difícil de digerir.

Dirán ustedes que a qué viene este artículo sobre las riñas y les contaré que es que estoy harta de que cada vez que escucho los informativos en la radio o veo las noticias en la tele, haya políticos que en vez de explicar lo que hacen e intentar convencer de las bondades de sus ideas les pierde la acritud.

En mi opinión, todos ellos ganarían muchos puntos si se explicaran con amabilidad. Pues eso, riñan menos por favor.

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