Opinión

Sí, no, sí, no, sí...

La verdad es que no comparto la expectación por el devenir político de la vicepresidenta Yolanda Díaz. Hay una especie de inquietud por saber cuándo va dar el paso definitivo, es decir, si se va a presentar a las próximas elecciones bajo el paraguas de Podemos, si lo hará con ese “movimiento” que ha denominado Sumar o, y esto es de mi cosecha, si se presentará en coalición con el PSOE como número “dos” de Pedro Sánchez.

Sí, dirán que esto último parece una boutade, pero puede ser una posibilidad más entre las que puede elegir la señora Díaz. El caso es que lleva meses deshojando la margarita o, al menos, eso parece, pero tengo la impresión que, a estas alturas, la decisión la tiene más que tomada y la hará saber cuando lo considere mejor para sus intereses. La pregunta que quizá es más importante es si efectivamente Yolanda Díaz tiene “algo” que aportar a la política nacional o el suyo va a ser un experimento con poco fuelle que, al final, se va a concretar en que su carrera política tenga recorrido y poco más. Digo esto sin poner en cuestión su competencia política, que ha demostrado sobradamente sacando adelante leyes importantes. Eso sí, hay que reconocerle su capacidad camaleónica para fundirse con el paisaje y así no meter la pata, para estar y no estar con Podemos, para avalar sin “mojarse” las políticas más controvertidas de Pedro Sánchez. En cuanto a su “conversación” con la sociedad a través de Sumar, como eslogan queda muy bien, pero no va más allá.

También ha acertado en su manera de “estar” en la vida pública, ya que el hábito sí que ayuda a hacer al monje. Y ella ha sabido “vestir” el cargo de vicepresidenta del Gobierno. Vamos, que seguro no habría cometido la falta de respeto e incorrección, amén de horterez, de la embajadora de España en el Vaticano, la inefable ex ministra de Educación Isabel Celaá, que se presentó en la capilla ardiente del papa Benedicto vestida como si se fuera a tomar unos “chiquitos” por Bilbao. Daba vergüenza ver a una embajadora vestida de tal guisa en una capilla ardiente. No, seguro que Yolanda Díaz habría vestido de manera impecable porque es lista y sabe que las “formas” son parte importante del “fondo” de cualquier quehacer incluido el político.

En fin, que comenzado enero y estando las elecciones autonómicas y municipales casi a la vuelta de la esquina y las generales a finales de año, no pasará mucho tiempo sin que oficialmente la señora Díez nos anuncie el resultado definitivo de deshojar la margarita.

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